martes, 19 de enero de 2016

Lucifer: Eterno.



        He presenciado el nacimiento de miles de millones de estrellas en el futuro. También las he visto morir, a todas y cada una de ellas. He visto cómo las supernovas se funden en un infierno de plasma y fuego, quemando hasta la última partícula de materia del universo, creando agujeros negros interdimensionales: devoradores de galaxias. He presenciado cómo todo desaparece, al final todo lo que somos, lo que fuimos y lo que seremos regresa al origen, se funde con la nada. Pero aún así, sabiendo que nada de lo que hagamos importa, debo intentar levantarme otra vez contra el tirano supremo, aun a sabiendas que no se le puede vencer.

       Conozco de antemano el resultado de esta Segunda Guerra que estamos librando contra dios. Conozco la futilidad de esta guerra. Pero aún así debo intentarlo, es algo que he aprendido de los humanos, la unica raza en el universo que lucha por las causas perdidas, una raza que aún sabiendo que morirán, que serán aplastados, teniendo todas las probabilidades y posibilidades en contra, deciden luchar sólo por defender algo en lo que creen. Y yo creo en mi humanidad.

jueves, 7 de enero de 2016

Cruel despedida.

Él la miró con vehemencia a las puertas del puerto espacial; ella le devolvió una mirada con los ojos avellanados cargados de angustia. La chica del cabello del color del roble y la piel con la palidez de la luna, tomó los brazos del hombre, lo atrajo hacia sí en un gesto de angustiosa desesperación, como si con ello pudiera evitar su partida.

-No vayas -dijo ella.

-Tengo que ir, si no defendemos la Tierra ahora, quizá después no haya nada que defender -respondió con estoicidad.

-Nadie está seguro de lo que sean, ni de por qué han venido -dijo sin convicción.

-Isabella, nadie viaja años luz cruzando la galaxia sólo para venir a saludar -la voz del chico recién convertido en hombre rezumaba certidumbre.

Él siempre había sido un patriota, pero ahora los tiempos exigían un nuevo tipo de patriotismo, uno que no conocía fronteras, el planeta entero necesitaba la unión de todos y cada uno de los países si querían sobrevivir a lo que vendría. Existía la remota posibilidad de que ellos vinieran en son de paz. Pero nadie lo creía realmente.

Instintivamente él volteó al cielo, ella siguió su mirada y vio lo que toda la gente del planeta llevaba viendo durante los últimos meses. La flota alienígena, miles y miles de puntos lejanos, similares a estrellas, pero diez veces más grandes, estacionados fuera de la atmósfera de la Tierra. Impasibles, imperturbables e indiferentes. Nadie sabia a que habían venido, ni por qué aguardaban ahí, tampoco habían hecho ningún tipo de contacto. Sólo esperaban.

Lo que sí había sucedido fue que alrededor de todo el planeta, hombres y mujeres como John se habían alistado en los ejércitos de sus respectivos países, esperando ingresar después a la recién creada Flota por la Humanidad.

Él la besó, ella vio la convicción en sus ojos y supo que nada de lo que hiciera o dijera le haría cambiar de opinión.

-Además sé que iré a la guerra por una razón-dijo él -lucho por tu futuro y el de ella.

Acercó la mano al vientre de ella, el cual apenas se notaba ligeramente hinchado, se miraron una última vez y él no pudo evitar derramar una lágrima al preguntarse si llegaría a conocer a su hija.