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miércoles, 24 de octubre de 2012

Síndrome de abstinencia.

.-Conjunto de reacciones físicas o corporales que ocurren cuando una persona con adicción a una sustancia para de consumirla.
Pero para él es mucho más que eso, cada minuto que pasa lejos de ella conlleva una agonía incesante, un grito de dolor amarrado a su estómago, incapaz de ir más alla de la garganta. No es sólo un dolor físico o emocional, es la unión de ambos, un total que resulta mucho más doloroso que la suma de las partes.
Abre los ojos, sin saber dónde se encuentra, sin saber qué ocurrió, con un hacha clavada en el tronco de sus recuerdos partiendolos, sólo recuerda la añoranza, la nostalgia, una devastadora sensación de pérdida, de abandono mezclándose con el alcohol, corriendo como relámpago por su torrente sanguíneo, elevándose hacia el cerebro para finalmente hacer corto circuito, llevándolo directamente a donde se encuentra ahora.
Un bosque vacío, ¿o es un parque extremadamente grande? como sea, hay muchos árboles y el frescor de la noche aún no huye por completo del ambiente. Sólo ella, su rostro, ojos grises, los cuales adopta el color del entorno, piel tersa, blanca, nívea, contrastando cabalmente con el negro azabache de su cabello. El conjunto de sus rasgos la convierte en algo más que una diosa; una semidiosa. Una criatura que en la antigua mitología era más bella y poderosa que una diosa, ya que guardaba todos los misterios de la mortalidad y la carne dentro de sí, pero potencializados por una divinidad enigmática, confiriéndole una belleza tal a su cuerpo físico, que las diosas no podían más que sentir unos celos y un odio despreciables hacia ellas.
Pero tiene que concentrarse, dejar de sentir dolor, de autocompadecerse y tratar de recordar. Tiene que salir de ahí lo antes posible, un mal presentimiento comienza a extenderse por su cuerpo como la nube que ensombrece de pronto la Tierra, convirtiendo el día en noche, trayendo consigo las viejas supersticiones, los antiguos miedos.
Se pone en pie y observa su ropa, una camisa arrugada, un pantalón lleno de tierra y en un pie hace falta un zapato. La angustia de encontrarse de nuevo con la soledad lo ha hecho amistarse con el whisky, y ahora paga las consecuencias. Comienza a andar, pero el tobillo izquierdo duele demasiado, así que tiene que renquear.

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