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sábado, 2 de febrero de 2013

Creepy boy.

Al verla, su corazón dio un vuelco. Por un momento, el tiempo se detuvo, la gravedad dejó de existir, la Tierra perdió su eje, en fin, cuando sus ojos se cruzaron, las leyes de la física desaparecieron, al menos para él. Tenía 17 años y aún lucía como alguien de 14, pero eso no le impidió fijarse en aquella chica, más bien en aquella mujer, que bien podría doblarle la edad, e imaginar cómo sería la vida a su lado. Se había quitado los lentes, para no parecer tan nerd, intentando ocultar lo indisimulable. Se los volvió a poner y reanudó la marcha. Se puso el libro bajo el brazo y camino con paso decidido, lleno de confianza, hacia ella.

Cuando ella volteó el rostro, el chico simplemente se quedó sin aire, las piernas le fallaron y sus dos pulmones parecían espirar y expirar a ritmos distintos. Todo lo que podía ver, lo único que su sistema percibía, eran sus cabellos de oro y plata, sus ojos iridiscentes que bajo el rayo del sol matutino se volvían verdes sin perder el tono grisáceo del cual se había enamorado unos minutos atrás, la piel nívea que refulgía bajo la luz solar que se reflejaba contra ella, mientras que todo a su alrededor se había desvanecido.

Por primera vez en la vida, se había planteado la idea de formar una familia, si pudiera envejecer al lado de esa mujer, sería el ser más feliz del planeta, daría lo que fuera por compartir una vida con ella.
 
Entonces, cuando estaba a punto de hablarle, cuando finalmente hizo acopio de todo el valor que un chico como él era capaz de reunir, un ser inmenso se materializó frente a la chica. Un gorila, una aberración de músculos hinchados con esteroides y demás sustancias químicas.

Entonces, ese ser humano gigante y musculoso, se acercó a la mujer de sus sueños y el chico miró impotente cómo la besaba. Entonces se fijo en el dedo anular de ambos y oh sorpresa, ambos llevaban alianzas similares. Estaban casados.

El espíritu le cayó a los pies, su alma quedó desnuda, un hueco se abrió paso en su corazón hasta formar una fisura y algo muy dentro de él se rompió, un tornillo que jamás volvería a encontrar el camino de regreso se desatornillo para siempre.

Giró el cuerpo en 180 grados y comenzó a caminar en dirección opuesta a la chica, sin voltear jamás la vista hacia atrás.

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