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lunes, 4 de agosto de 2014

psycho.

       El chico se acercó hasta ella con una sonrisa radiante en el rostro, un caminar gallardo, espalda erguida y mentón bien levantado, era la viva imagen de un caballero, un príncipe azul al que ninguna mujer que hubiera soñado alguna vez con un cuento de hadas podría rechazar. Pero ella lo hizo.

        -Largo de aquí -gruñó ella y se subió a la banda deslizadora-. Odio a los tipos como tú.

        -¿Cómo yo? -preguntó incrédulo.

        A su alrededor tipos musculosos y mujeres con pantalones deportivos ceñidos a las piernas emitían gemidos o exhalaban ruidosamente al hacer repetición tras repetición en el aparato en turno o al levantar las pesas.

        -Sí, sujetos que andan por ahí siendo amables, encantadores.

        -¿En serio?

        Antes de terminar de pronunciar la última sílaba la sonrisa se esfumó de sus labios, los ojos se ensombrecieron, hundiéndose dentro de las cuencas, los pómulos se destensaron. El chico dejó de fingir.

       Fue sólo entonces cuando ella comenzó a prestarle realmente atención.

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