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domingo, 8 de enero de 2017
Karla y Rich.
Esta es la historia de una chica y un chico. Creo que ya saben por donde quiero ir, ¿verdad? Pero esta es una buena historia y como toda buena historia, debe ser contada desde el principio. Ella entró a trabajar en la Ciudad de los Cubículos (también conocida como Ciudad Cubículo), se sentía sola; nuevas y temibles responsabilidades y ningún amigo al cual acudir por ayuda. Los malvados hombres-tiburón no tardaron en hacer su aparición y rodearla con sus largas, afiladas y falsas sonrisas de tres hileras de dientes, todos ellos vestidos con relucientes trajes, zapatos caros, pantalones a rayas, tirantes y corbatas estampadas sobre camisas blancas y relucientes.
Ella era bonita, y aunque la mayoría lo vería como una ventaja, lo cierto es que para las chicas bonitas es mas difícil; la mayoría de la gente no ve más allá de las apariencias, y piensan que las chicas bonitas siempre deben estar felices y sonrientes.
Mientras ella afrontaba sus propios retos, el chico, llevaba tiempo esperando por conocerla, aunque ni él mismo lo supiera. Sus caminos estaban destinados a unirse y él llevaba tiempo preparándose para ello; aunque ni él mismo lo supiera.
Diario la veía, pero no podía acercarse a ella; los separaba el Lago de la Burocracia rodeado por el Foso de las Fotocopias, lleno de Lagarto-Secretarias.
El chico se veía a sí mismo como el Caballero de armadura reluciente que la salvaría de los hombres-tiburon y la despiadada jefa-dragón, pero tenía miedo de que cuando se conocieran, ella no lo viera de la misma forma.
Pero entonces, un día, él se decidió a cruzar el Lago de la Burocracia, el cual estaba lleno de hojas y más hojas que te jalaban hacia el fondo, pero no desistió. Ella al ver esto, uso todos los señuelos que tenía en forma de Sebastian Rulli y William Levy para distraer a las Lagarto-Secretarias y así abrirle paso. Finalmente él pudo pasar a través del puente levadizo que separaba los dos reinos. Esa tarde había una contienda en televisión, los Hipogrifos de América se enfrentarían a los Centauros de Guadalajara, así que ella se acercó e hizo una apuesta. El equipo de ella (los Hipogrifos) venció, así que él la llevó a comer al Pub de los duendes irlandeses para pagar su apuesta. Mientras conversaban ella se dio cuenta, aún sin saber lo que él pensaba, que podía confiar en él y lo veía tal como él se veía a sí mismo (como el caballero de armadura reluciente). Y lo demás como dicen, es historia.
Me gustaría decirles "que vivieron felices para siempre" pero lo cierto es que su historia apenas comienza y estas no son más que las primeras páginas del Libro que están a punto de escribir juntos.
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