Tal como había vaticinado Mark, seguir a los hermanos por el bosque no fue nada difícil. Sólo había que seguir los gritos rabiosos de los muertos, y si eso no era suficiente, las huellas en la tierra humedecida por el agua que comenzaba a chispear, las hojas rotas y los arbustos pisados, bastaban para poder seguirles la pista.
Mark
aún no se decidía si hablarles o no. Sabía que no eran buenas personas, y no
quería aliarse con ninguno de ellos, sobre todo con el que parecía un
pandillero, el que había orillado al otro a cometer la segunda violación de la
tarde. Uno era de carácter débil, mientras que el otro era un bastardo malnacido.
Una peligrosa combinación. Pero en un mundo como en el que estaban ahora, uno
no podía darse el lujo de decidir con quién aliarse, y ese par (exceptuando su
torpe huida por el bosque) había demostrado que tenía lo que se necesitaba
para sobrevivir en un maldito mundo asolado por un apocalipsis zombie.
Mark
aún deseaba imaginar que todo eso de los zombies era un evento aislado, algo
que el ejército podría contener y erradicar. Algo que a partir del día
siguiente sería nada más que un hecho anecdótico que el resto de gente miraría
desde la seguridad de sus casas en los noticiarios nocturnos. Pero no se hacía
demasiadas esperanzas. No después de ver cómo decenas de soldados eran
sobrepasados y neutralizados por un ejército, cada vez más creciente, de
muertos vivientes.
Finalmente
los alcanzó, bueno casi, estaban a unos cien metros del chico. Mark se subió a
un tronco caído, el cual aún se encontraba unido a la base del grueso árbol y
desde ahí presenció la torpe huida de los dos hermanos. Habían llegado a la
orilla de un río, eran seguidos de cerca por al menos unos quince zombies;
hombres, mujeres, niños, una anciana, todos eran candidatos válidos para
alistarse en las filas del ejército zombie.
Sin
pensárselo dos veces, ambos idiotas se metieron al río, en un tonto intento por
cruzarlo. Si leyeran un poco más, o tuvieran algún tipo de conocimiento de vida
salvaje, sabrían que una corriente, si es lo suficientemente fuerte, basta con
tener una profundidad de treinta centímetros para arrastrarte por el río. No lo
sabían, pero como la mayoría de las cosas en la vida, lo aprendieron al
experimentarlo en primera persona.
–Idiotas
–murmuró Mark.
Cuando
iban a la mitad del río, el hermano débil, al que Mark estúpidamente salvó en
la cuarentena, cayó de lado, sus tobillos siendo fuertemente jalados por la
poderosa corriente de agua. En su caída se llevó con él a su hermano, y ambos
fueron arrastrados unos cuantos centímetros antes de lograr ponerse en pie.
Mark los veía entretenido.
Los
zombies fueron entrando al río uno a uno. Y uno a uno fueron cayendo igual que
los hermanos sobre el agua de ese pequeño río de muy poca profundidad. Pero
ellos, haciendo alarde de su falta de dolor, se ponían rápidamente en pie como
si nada hubiese sucedido, con heridas abiertas en la cara cuando esta había
chocado contra las rocas del suelo o con brazos o piernas torcidas en
posiciones que deberían hacerlos aullar de dolor si sintieran algo. Los
hermanos al fin cruzaron, pero los zombies no tuvieron tanta suerte, su total
falta de coordinación hizo que se mantuvieran en un estado cíclico: cayendo,
arrastrados por la corriente, levantándose rápidamente y volviendo a caer. Los
hermanos echaron a correr, esperando no volverse a encontrar con un zombie nunca
más.
Mark
escuchó el sonido de unas hojas siendo aplastadas y se giró bruscamente,
sobresaltado.
–¡Oh
mierda! –soltó, al tiempo que intentaba mantener el equilibrio sobre el tronco.
No podía permitirse caer, no en ese ángulo en que se encontraba. Este era el
momento menos apropiado para una torcedura de tobillo o algo así. En este nuevo
mundo, algo de esa naturaleza sería una cuestión de vida o muerte.
Al
final logró mantener la postura. Pero casi fue demasiado tarde. Al percatarse
de quién, o mejor dicho qué, era lo que había provocado el ruido de las hojas,
un puño atenazó su garganta. Un zombie venía corriendo en su dirección, y
estaba cerca, demasiado cerca.
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Zombie (6)
Capítulos anteriores:
Zombie (4)
Zombie (3)
Zombie (2)
Zombie
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