Mujer, empresaria y millonaria
Artículo escrito por Laura Albarrán. Artículo de Invitado #38
Portada por José Carlos Gutierrez
La creación
de un imperio no se logra de la noche a la mañana, no se trata solo de brillar,
de buscar protagonismo; se trata de creer que nos merecemos más.
Esto es lo
que nos plantea la nueva serie de Netflix que de la mano de Warner Bros. nos
lleva a un recorrido sobre la autoestima y reinvención del ser y de cómo el día
de hoy las marcas que nos impactan, nos gustan o tocan nuestra vida de algún
modo, lo han logrado gracias a que contaron su propia historia.
Muchos de
nosotros nunca habíamos escuchado antes el nombre de ‘Madame C.J. Walker’. Ha
tenido que llegar Octavia Spencer de la mano de Netflix para presentarnos a una
figura que es sin duda un claro ejemplo de superación, tenacidad y
empoderamiento, palabras que en nuestros tiempos han tomado un significado muy
relevante dentro de la sociedad.
La pregunta
es… ¿Cómo es que no sabíamos de ella? Recuerden que la historia la cuentan los
que ganan y las mujeres de todo el mundo aún se encuentran batallando para
salir en los libros de historia y ser un ejemplo para futuras generaciones.
El punto
positivo es que cada vez encontramos más contenido escrito o audiovisual que
nos permite ponerle cara al verdadero feminismo, con visionarias como Madame
C.J. Walker.
“ No estoy
avergonzada de mi humilde comienzo”
Madame C.J.
Walker
Madame C.J.
Walker: una mujer hecha a sí misma es una historia de superación, crecimiento
y autosuficiencia como hacía tiempo que no veíamos. Si bien es cierto que
Netflix no desarrolla a fondo a todos los personajes alrededor de nuestra protagonista,
sí nos atrapa en esos 4 episodios que conforman la miniserie; en líneas
generales es una serie en la que los minutos vuelan y quieres seguir viendo.
La
autoestima tiene mucho que ver con sentirnos bien con nosotros mismos y en ello
cumple un amplio papel el vernos bien. El autocuidado es clave en los discursos
de empoderamiento del siglo XXI, otra de las cosas que hicieron que Madame C.J. Walker
fuera una adelantada a su tiempo, ya que unificó un imperio a base de jabón y
productos capilares que pronto llegaron a todos los rincones de Norteamérica y
a la par logró dar empleo a miles de mujeres, que después de la emancipación no
tenían trabajo, un empleo que no sólo les permitía sobrevivir sino de disfrutar
la vida dignamente.
La serie no
es quizá todo lo abrupta que debe ser, pero sí observamos que hay un desarrollo
significativo al pasar de ser lavandera y ganar sólo lo mínimo a ser la primera
afroamericana millonaria de los Estados Unidos. Es un gran salto de un lado a
otro y durante ese recorrido sufrió penurias, humillaciones y violencia, dejando sudor y
sangre en el camino. Sin embargo, ella se aferró a su sueño, peleando contra el racismo,
machismo y prejuicios de la época.
Al ser una
visionaria siempre le dio su lugar a la misión que tenía la empresa, es decir, contó
su historia y sus productos la llevaban a todos lados, conservando esa esencia
que la hizo tan famosa, además de la capacitación tan personal que tenía con su
equipo de ventas que comunicaban el mensaje de Madame CJ Walker, ella se dio
cuenta que cuidando a su personal su clientela iba a estar feliz.
Esto nos da
no sólo una lección de vida sino de Marketing en el que tus números siempre
van a depender de cómo trates tanto a tus empleados como a tus clientes, y que
escuchando a los mismos podrás llegar a más sectores de los que esperabas
logrando así una campaña de Marketing eficaz que no sólo se basa en el precio
sino en la conexión que tienes con el usuario.
Las grandes empresas de hoy en
día ya no buscan ser los mejores en precio o en innovación, buscan
diferenciarse de manera emotiva conectando directamente con las personas a
través de mensajes más cuidados y asertivos creando marcas humanizadas.
Esta mujer
se encuentra dentro de los récord Guinness por amasar una fortuna de 10
millones de dólares, creando un imperio tan grande que le permitió codearse y
estar al nivel de personas como Ford o Rockefeller.
La trama
nos presenta desprecio hacia su persona por ser un ser de clase ‘inferior’,
incluso entre quienes se suponen están a su mismo nivel, su marido y el resto de
hombres la tratan cómo a una mujer sumisa donde esperan que ella cocine, limpie
y se arregle, para así ser la mujer perfecta, incluso en su propio hogar.
Claro, es 1915 y no se espera otra cosa de ella, eso es lo que más disfruté de
esta serie, que representa la época tal cual era, sin embargo ella siempre
quiso más para su hija, convirtiendo sus productos en aspiracionales, que
reflejaba empoderamiento a través de los detalles.
Esta es la primera vez que se
lleva a la pantalla la historia jamás contada de Sarah Beedlove. En un país
donde las oportunidades vuelven a lanzar un cuento lleno de patriotismo, de
revolución, de orgullo y de conquista de sueños que no viene del todo mal en
esta época de cambio a la que nos enfrentamos.
Con buenas actuaciones y un
guion correcto que nos puede aportar algo más que espejismos y fe ciega es un
relato de perseverancia, determinación y la no rendición, mostrando ojo
crítico, ansias de gloria y la creencia en la valía personal, es por esto que
todos nosotros en estos tiempos de crisis y frustración debemos recordar de qué estamos hechos y enfrentar a la adversidad con nuestra mejor cara siendo
fuertes y creyendo más en nosotros mismos de lo que jamás lo hicimos.
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