Este artículo es doblemente especial, ya que no sólo contamos con la colaboración de Laura Albarrán hablándonos sobre la magistral película 1917, sino que además contamos con la primera colaboración del artista José Carlos Gutierrez con la portada de este artículo, dibujada y diseñada enteramente por él.
Artículo de Invitado #24
Este año, *1917* fue una película que se arriesgó a usar una nueva forma de introducirte a la trama, hacerte parte de ella e incluso llevarte a la introspección.
Esta increíble cinta está dirigida por Sam Mendes. Nominada a 10 Oscares, es un tributo a su abuelo paterno Alfred Mendes, quién
participó en la Primera Guerra Mundial. Así que de la mano de Roger Deakins, a
cargo de la fotografía, nos logra introducir de una forma maestra al núcleo de
la historia, en donde dos jóvenes británicos tienen la misión de entregar un
mensaje que cancelará un ataque condenado al fracaso, ya que podrían morir
1,600 hombres, dentro de los cuales se encuentra el hermano de Blake,uno de
nuestros protagonistas, por lo que se convierte en algo personal para estos
soldados.
Lo sorprendente de esta película es que terminamos
convirtiéndonos en la cámara, en un compañero invisible dentro de su historia,
siendo leales a Blake y Schofield, ambos personajes representan un contra
punto, al ser tan opuestos y a la vez tan similares.
Blake es un idealista, una
persona que cree en el honor,en las medallas y en la familia, sin embargo
Schofield es una persona más escéptica que prefiere mantenerse a raya de los
problemas y antepone su deseo de sobrevivir al honor mismo.
Durante todo su trayecto, sufriendo con
ellos, sintiendo la adrenalina y el miedo correr por nuestras venas, dando un
paso a la vez y siempre a la expectativa de lo que pueda ocurrir, nos da la
sensación de estar en peligro a cada segundo, por lo que quisiéramos poder
tomar acción junto con ellos y esa misma frustración es lo que nos lleva a
irremediablemente seguirlos a través de esta misión.
Creando un lazo, es lo que en storytelling se le conoce como
“el viaje del héroe”, esto es desarrollar personajes tan empáticos y reales que es
imposible no tenerles afecto, seguirlos en su aventura sin importar el riesgo
ya que por más emociones que nos hagan sentir, es más fuerte el sentimiento de
llegar a la meta, conocer el final y mantener esa fe ciega de que todo saldrá
bien.
Durante toda la película sentimos que se trata de una sola
toma, teniendo esa sensación de estar en primera línea, sin embargo son
diferentes planos secuencia juntos pero que a nivel edición pareciera ser uno
mismo. A su vez tenemos elementos cinematográficos tan cuidados como textura,
iluminación, color y efectos especiales tan escondidos que nos denota esa
realidad que pretende promover esta cinta, nos hace pensar irremediablemente en
la situación que viven nuestros protagonistas y reflexionar introspectivamente
qué haríamos en su lugar.
Con una música brillante que acompaña toda nuestra travesía,
nos envuelve en esta experiencia única que simula estar dentro de un
videojuego, donde sin decir mucho, nos hace vivir emociones insospechadas.
Más
que ser una cinta histórica, es un viaje hacia la experiencia de los horrores
de la guerra, donde pareciera que nos adentramos a una tierra muerta, rodeado
de cadáveres y putrefacción no sólo de los soldados sino de la misma
naturaleza que kilómetro a kilómetro ha sido arrasada por el calor de la batalla, filtrando
los valores humanos y la capacidad del ser humano para enfrentar la adversidad
y con un derroche técnico exquisito, nos lleva a través de las trincheras con
movimientos asfixiantes en los que la cinta pide a gritos un respiro pero que
por los mismos planos secuencia es imposible dar al espectador.
Los planos subsecuentes reflejan una composición intensa que
de cierto modo celebran la muerte. En esta secuencia, en la que el soldado se ve
inmerso en las llamas de un pueblo abandonado y derruido, en la que pareciera
que el mismo infierno se nos presenta ante los ojos de Schofield, sentimos
desesperación y miedo, seguido por este inquebrantable deseo de vivir que lo
mantiene a flote sin importar la circunstancia posterior y contrariamente
tenemos esa visión de un campo lleno de pétalos blancos, que de cierto modo nos
remiten a Blake e indudablemente a la paz que le transmitía este detalle en su
infancia, que al ser tan sutil nos da ese último respiro de esperanza necesario
para llegar al final al que de una forma esperamos con ansias.
Aunque su muerte
haya sido cruel e injustificada la misión continua y es aquí donde por ese
instante Schofield asume el papel de Blake dando paso a un punto de quiebre
para el personaje, en el que encuentra la relevancia del honor, la amistad que
lo empuja a nuestro ya anhelado final donde, aunque un poco tarde, cumple la
misión que les fue asignada y logra salvar miles de vidas.
Agotados pero satisfechos, esta cinta concluye como empezó: en
un campo lleno de paz pero que esta vez el cambio se ve reflejado cuando
Schofield dejándonos ver una parte importante de su vida nos muestra una foto de él, con su
mujer e hija, donde le piden que regrese con vida.
Si quieren saber más sobre los diseños de José Carlos, pueden seguirlo en sus redes:
Facebook: José Carlos Ilustrador
Instagram: jose_carlos_art
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