sábado, 25 de junio de 2016

La Heredera del Príncipe



        -Toma mi mano- susurró suavemente el príncipe al oído de ella, quien se vio sacudida por un escalofrío debido a su helada voz.

        Parecía irónico que el dueño de la tierra en perpetuo ardor pudiera poseer una voz tan gélida. La mujer tomó la mano de su hombre y caminaron por la alfombra roja que antecedía la entrada al teatro. Se llevó la mano libre al vientre, podía sentir unas pequeñas pataditas, el embrión desarrollado ya daba muestras precoces del furor que poseería al nacer.

        Al hombre, con su palidez mortal y unos ojos tan fríos como su voz, esta acción no le pasó desapercibida se acercó nuevamente a su oído y habló:

viernes, 3 de junio de 2016

Sexto Sentido: Miedo

       Miedo: >>Sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario.<<




        Déjame hablarte de algo, algo que tú y yo hemos sentido, y vaya que lo hemos experimentado en carne propia. Me refiero al miedo racional.

       ¿Alguna vez has sentido ese escalofrío que recorre tu espalda cuando caminas por una calle oscura a mitad de la noche y de pronto sientes la presencia de alguien caminando unos pasos por detrás de ti? ¿O el vacío que aparece en tu estómago cuando el taxi gira en una esquina donde no debería de hacerlo, y se mete a calles angostas, claustrofóbicas? Okay, pues ese tipo de miedo es bueno, es natural y está bien sentirlo, en una situación de emergencia es lo que nos salvaría, lo que nos haría correr del supuesto asaltante o violador en medio de la noche (o luchar contra él); lo que nos haría romper el cristal de la ventana del taxi y brincar en pleno movimiento y escapar de ahí (o ahorcar al conductor con nuestras propias manos).

         Pero también está otro tipo de miedo, un miedo más primario, sin fundamento lógico, como implantado por generación espontánea en nuestro cerebro y a lo largo de la espina dorsal. Transmitido a través de los genes desde nuestros ancestros, hombres de las cuevas temerosos a la noche y los demonios escondidos en ella. A este le llamamos el miedo irracional.

        Un tipo de miedo con el que todos nos sentimos identificados, el miedo que sienten los esquizofrenicos encerrados en una habitación acolchada, tumbados en el suelo (también acolchado), con los brazos pegados al cuerpo y sin rango de movimiento y una acuosa capa de saliva escurriendo por la barbilla.

        El miedo que siente un paranoico cuando alguna droga entra en su cuerpo y dispara todas esas sensaciones que no conocía, implantando imágenes aleatorias en su mente de todas las películas slasher que ha visto en su vida. El paranoico ve a sus amigos convertidos en los brutales y sádicos antagonistas de alguna pelicula de serie B como hostal, dispuestos a drogarlo, a sedarlo para después secuestrarlo y luego divertirse torturándolo y filmándolo todo.

        El miedo que experimentas cuando te encuentras solo en casa, a oscuras en tu habitación y puedes sentir cómo dedos fríos y huesudos aprietan tu estómago al tiempo que percibes una presencia alta y oscura a tu espalda, aún a sabiendas que en tu departamento no hay nadie más. Lo que sientes cuando el vello de tu nuca se eriza y casi puedes escuchar una respiración tras de ti, una presencia acechando, vigilando.

        El miedo que sientes cada noche antes de dormir y tu ultimo pensamiento es preguntarte si despertarás al día siguiente.