jueves, 28 de agosto de 2014

The Real Deal.

El hombre se quitó la playera desgastada, la arrojó a un rincón de la habitación. Comenzó a andar de un lado a otro del pequeño cuarto.

Yo sé quien realmente eres, he visto tu verdadero yo

Cállate, ni siquiera eres real.

Las manos se abrían y cerraban con un crispamiento continuo de los dedos nerviosos, los cuales asemejaban a los de alguien con artritis.

Debo de existir, no? Al fin y al cabo soy parte de ti, eso debería servir de algo, no?

Los dedos aferraron los libros del estante, los músculos se tensaron bajo la piel y la espalda mostró una definición que sólo el levantamiento de pesas puede otorgar. Con la misma diligencia con que habían sido tomados, los libros volaron por los aires para chocar contra la pared y acto seguido ir a parar al suelo, desperdigado por una esquina y con las hojas abiertas, como cadáveres con los brazos extendidos.

Sólo un loco escucharía tus palabras.

Mis palabras no son necias, y no sólo los locos me pondrían atención, los enamorados también llegan a escucharme.



Y ciertas eran las palabras de aquel espíritu o entidad o fracción no aceptada de la personalidad del hombre, al referirse a los enamorados, aquellas personas que al alcanzar un nivel encumbrado de paroxismo frenético han llegado a oír aquella voz que convive diariamente con las personas a quien solemos denominar -no sabría precisar si erróneamente -, como locos de remate. Y no sólo la escuchan, no, llevan a cabo actos de locura basándose en el consejo de esta voz. Pero al abanderar sus actos en nombre del amor, estos se vuelven tolerables y hasta aceptados. Y pronto, cuando caen de ese vertiginoso cúmulo de sentimientos, dejan de oír la voz; se va silenciando hasta convertirse en un susurro, para luego desaparecer en las profundidades oscuras de la nada inmaterial.

El hombre miró hacia el espejo, los tendones del cuello se tensaron. Hoy como tantas otras veces no sabía de quién era la mirada en los ojos que le regresaba la imagen del espejo. Y a fin de cuentas, acaso importaba realmente?

Tú algún día fuiste uno de ellos.

El hombre miró con ojos profundos hacia su reflejo, sin dar respuesta.

De los enamorados, quiero decir.

Siguió sin responder, ahora su boca se había crispado en un rictus sardónico.

Pudimos haber sido extraordinarios.

Siguió sin haber respuesta.

lunes, 4 de agosto de 2014

psycho.

       El chico se acercó hasta ella con una sonrisa radiante en el rostro, un caminar gallardo, espalda erguida y mentón bien levantado, era la viva imagen de un caballero, un príncipe azul al que ninguna mujer que hubiera soñado alguna vez con un cuento de hadas podría rechazar. Pero ella lo hizo.

        -Largo de aquí -gruñó ella y se subió a la banda deslizadora-. Odio a los tipos como tú.

        -¿Cómo yo? -preguntó incrédulo.

        A su alrededor tipos musculosos y mujeres con pantalones deportivos ceñidos a las piernas emitían gemidos o exhalaban ruidosamente al hacer repetición tras repetición en el aparato en turno o al levantar las pesas.

        -Sí, sujetos que andan por ahí siendo amables, encantadores.

        -¿En serio?

        Antes de terminar de pronunciar la última sílaba la sonrisa se esfumó de sus labios, los ojos se ensombrecieron, hundiéndose dentro de las cuencas, los pómulos se destensaron. El chico dejó de fingir.

       Fue sólo entonces cuando ella comenzó a prestarle realmente atención.

viernes, 1 de agosto de 2014

Counselor.

       Los ojos del embajador Zelligman, hundidos detrás de unas profundas ojeras, no reflejaban compasión alguna. Las manos a la altura de la barbilla y espalda reclinada, con los codos sobre la mesa; todo en él dejaba traslucir una completa y absoluta concentración y una ferviente decisión.

        Afuera, a través del enorme cristal que había en lugar de pared, el cielo de un azul oscuro
estaba a punto de cederle el paso a la fría noche de invierno. El piso en donde se encontraban el embajador y el Concejal Roger Willis, quien permanecía sentado frente al primero, estaba tan alto en el edificio que las nubes mas bajas estaban al alcance de la mano, eso claro de no haber estado sellados herméticamente todos los cristales a partir del piso 50.

       -Ellos nos confinaron a este planeta- la voz del embajador era ácido-.Y ahora que se enfrentan a un enemigo que jamás podrán vencer acuden a nosotros por ayuda.

       -Lo sé, pero ¿realmente merecen que les demos la espalda en este momento de angustia, ahora que todas y cada una de las razas que cohabitan con nosotros en la galaxia están al borde de la extinción?

       -Mil años han pasado Willis, no lo olvides, mil años en que la Tierra, la cuna de la humanidad-esto último lo dijo sin disimular la ironía-, ha sufrido sobrepoblación, hambrunas, decadencia. La gente nace sin parar y cada vez tarda más en morir.

       -No lo hago señor, pero un enemigo común se cierne sobre todos, sin importarle las diferencias que puedan existir entre las razas interplanetarias.

       -Lo sé.

       -Entonces no podemos simplemente ignorar todo y dejar que vaya extinguiendo la vida planeta por planeta.

       -Creo Willis, que usted me ha malentendido, o quizá no he sido del todo claro,  por supuesto que no les vamos a dar la espalda. Es más, vamos a proporcionarles el arma necesaria para acabar con el enemigo.

        Los ojos del embajador brillaron con malicia, con rencor. Las venas de sus ojos resaltaban dejando ver el cansancio físico al que estaba sometido. Se dejó ir en el respaldo, su torso hundiéndose en el asiento, el cabello que al inicio el día lucía bien peinado e impoluto, ahora era una masa enredada que le caía sobre la frente.

       -No estará pensando darles el arma que....

       -Ya lo creo que sí. Es la única forma de acabar con el enemigo común. Acaso no ve la genialidad de todo. Es la única forma de acabar con un enemigo de semejante implacabilidad.

       -Un arma cuyo disparo produce una explosión equivalente a un millón de bombas atómicas no dejará a casi nadie con vida en los planetas donde ocurran los disparos.Y aquellos a quienes la explosión no mate, la radiación lo hará. Y si los informes son correctos, los planetas que están siendo invadidos equivalen al 98% de los planetas con vida inteligente.

       -Pero el proyectil disparado tiene una potencia atómica diez veces mayor a eso, así que dígame ¿qué enemigo sería capaz de resistir tanto poder?

       -Está hablado de un genocidio masivo, de varios miles de billones de vidas, es un coste demasiado alto para frenar al enemigo.

       -A mi parecer, es la única forma de terminar esta guerra de manera definitiva. Y al final la única raza que quedará en pie seremos nosotros. Y los humanos finalmente podremos alcanzar nuestro destino, conquistar la galaxia.

       Ahora la noche y su oscuridad habían pasado a apoderarse del cielo. Ninguna estrella brillaba en el firmamento.