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sábado, 25 de junio de 2016

La Heredera del Príncipe



        -Toma mi mano- susurró suavemente el príncipe al oído de ella, quien se vio sacudida por un escalofrío debido a su helada voz.

        Parecía irónico que el dueño de la tierra en perpetuo ardor pudiera poseer una voz tan gélida. La mujer tomó la mano de su hombre y caminaron por la alfombra roja que antecedía la entrada al teatro. Se llevó la mano libre al vientre, podía sentir unas pequeñas pataditas, el embrión desarrollado ya daba muestras precoces del furor que poseería al nacer.

        Al hombre, con su palidez mortal y unos ojos tan fríos como su voz, esta acción no le pasó desapercibida se acercó nuevamente a su oído y habló:


        -Yo no sé como gobernar en este mundo -llevó una mano al vientre de su consorte -pero ella reinará por sobre todos los hombres, sera la reina ante la cual se inclinen todos los reyes del mundo.

        La mujer esbozó una radiante sonrisa y miró con ojos llenos de ternura y amor a su pareja. Cuando él hablaba así, confiaba plenamente en el futuro que juntos tendrían.

        Mientras caminaban, el encaje en la espalda de su vestido dejaba entrever un tatuaje del lado izquierdo en la espalda alta, casi rozando el hombro. Lo que el rojo vestido ocultaba a medias no era un tatuaje común, no. Era una marca, la marca de los elegidos, el triple número, el tenebroso e imponente 666.


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Valle de las Sombras (Callahan)



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Lucifer: Eterno

The V Stands for Vampire

El Número Impar

El nacimiento de un dios

Poemario desde el Exilio

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