viernes, 10 de febrero de 2012

Preludio (Origen)



Al principio no había nada, sólo oscuridad. Luego -un milisegundo despues-, se hizo la luz. Un destello cegador desbordó todo, inundando cada milímetro existente del todo. La luz trajo consigo una energía tan antigua que parece infinita. Parió a su vástago más leal: la maldad. Pero todo debe tener un balance, y pronto surgió la energía opositora, el balance en la ecuación, el otro lado del espejo. Ambas fuerzas luchan desde entonces. La luz lejos de ser divina, era la misma esencia de la maldad, pero aún le faltaba algo.

Pronto, la energía resultante comenzó a causar colisiones y explosiones, polvo estelar que formaba otras cosas; algo nuevo.


El tiempo, algo intangible, pero ahora real, comenzó a transcurrir, y con él, la luz se fue apagando, más no así su deseo por perdurar. Se mantuvo al margen, debilitándose, viendo cómo enormes masas comenzaban a formarse, el todo se expandía e íba tomando forma. Las cosas pequeñas giraban en torno a cosas más grandes en una cadena infinita que abarcaba todo.

Y así, sin más surgió un planeta azul, que al principio fue de fuego, y billones de años después la vida hizo su aparición.

La luz que había dado origen a todo ahora estaba a punto de extinguirse, de morir de inanición. Pero entonces se percató de este hecho, de que había surgido en esa pequeña esfera azul algo sin precedentes, algo que lo llamaba, lo atraía con la misma fuerza que lo había hecho explotar todo en un inicio.

Cuando llegó a ese lugar, a ese planeta, se percató que el miedo anidaba en los mamíferos que poblaban el planeta. Y cuando el miedo llenaba sus pequeños corazones, cuando veían a la la luz directamente a los ojos( porque se había visto en la necesidad de adoptar una forma física para poder sobrevivir), que era como ver hacia las entrañas del infierno, se volvían realmente apetecibles para esta arcaica fuerza. Y así hizo de la Tierra su hogar, y por millones de años permaneció dormida. La luz que dio origen al universo, ahora se había alimentado, y bien. Así que ya no necesitaba hacer nada  más, y cuando volviera a estar hambrienta, renacería, surgiría de las profundidades del abismal océano en el que se había recluido y se alimentaría de nuevo, trayendo consigo el final.

Y al final sólo habrá caós.


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La Leyenda de Caín

Mi alma arderá en el paraíso


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