lunes, 2 de junio de 2014

El nacimiento de un dios.



           Y cuando el príncipe retorne todo será oscuridad. Las calles y el cielo se teñirán del rojo de la sangre. Los ríos morirán envenenados, los animales se volverán en cenizas y aquellas plantas y frutos comestibles quemará la garganta del pobre que decida comer de ellos. Las serpientes heredarán la Tierra. El sinuoso caminar de las putas hechizará a los hombres débiles, viéndose arrastrados hacia la carencia de luz, donde serán desollados entre gritos de agonía y terror mientras ven reflejado en los ojos nocturnos de la mujer demonio los estertores de la muerte que convirtieron el alma llena de luz de un ángel en el pozo más pútrido y carente de pasión.


          Entonces, cuando él regrese, cuando traiga a nosotros su reino, su voluntad será hecha, su marca será escrita en nuestras frentes. Reyes y mendigos por igual se postrarán ante su grandeza, no tendrán más opción, el mundo entero tendrá que alabarlo de rodillas, tal como lo hacen musulmanes y judíos desde milenios atrás.

        Quien ose oponerse será crucificado.

        Así como aquel en lo alto no titubeó en clavar a su hijo a una estaca de madera para manchar el nombre de Judas, El Señor Oscuro no dudará en elevar hacia los cielos cientos de hileras de postes de teléfono con personas clavadas a ellos, en medio del más abrasador de los desiertos.

       Los gritos, la agonía el sudor y el sufrimiento poblarán la Tierra. Lo que alguna vez fue el reino de Lucifer, ascenderá de las entrañas de la Tierra y entonces todos compartirán su dolor, su vergüenza, su humillación.

       Comprenderemos su locura y lo alabaremos, puesto que entenderemos que hay más humanidad en la locura de un ángel destrozado y convertido en monstruo que en las dulces pero falsas palabras de un ser todopoderoso capaz de castigar por toda la eternidad a aquel que sólo quiso compartir un poco de nuestra humanidad.

--------------------------------------------------------------

             Entonces la mujer sintió su presencia, escuchó con su oído, aguzado por el arte negra, el suave deslizar de sus pisadas por el salón y cesó de hablar. Ahora sabía que la rueda del destino había comenzado a girar, y la cuenta regresiva hacia el fin había comenzado.


-----------------------------
Siguiente capítulo:

El Número Impar




Capítulos anteriores

Poemario desde el Exilio

Mi alma murió

La Leyenda de Judas (2)

La Leyenda de Judas (1)

El Exilio de Lucifer

Preludio: Origen

Lucifer

La Leyenda de Caín

Mi alma arderá en el paraíso

No hay comentarios:

Publicar un comentario