viernes, 16 de octubre de 2015

The V stands for vampire.


       Pum, pum, pum. Los latidos del corazón son como rítmicos golpeteos de tambor, cadenciosos en su infinita y perfecta complejidad. Cada latido expulsa vida, la hace correr desenfrenadamente por el torrente sanguíneo, una, otra y otra vez, y sigue bombeando dentro de la  la cavidad torácica incesantemente.

       "Un órgano bastante singular" piensa Lucifer, quien tiene pegado el pecho a la espalda de la mujer de rojo, a quien ha hecho su esposa. Puede sentir las pulsaciones acompasadas, al tiempo que sincroniza su respiración con la de ella. Necesita esta perfecta sincronía justo antes de que sus colmillos se alarguen en medio de un sonido húmedo y deslizante y los encaje en la suave y fina tez del cuello.


        Bebe con avidez la sangre de su consorte, la futura madre de su heredera, pero utiliza algo que los humanos llaman fuerza de voluntad para succionar sólo una pequeña cantidad de sangre. Necesita que se mantenga humana. Pero debe fortalecerla, para que ella a su vez, fortalezca al embrión recién germinado, un embrión del cual ella aún desconoce por completo su existencia.

       Haciendo acopio de aún mas  fuerza de voluntad, Lucifer despega su boca del cuello, mira a la mujer, quien lo observa en medio de un trance de placer mayor a cualquier orgasmo que una persona pueda sentir. El hombre lívido lleva una uña hasta su muñeca, la clava y rasga una fina línea vertical hacia abajo.

       -Bebe antes de que el corte cierre -dice él en una voz llena de matices.

       La mujer de rojo, la esposa del príncipe lleva una anhelante boca y succiona la misma cantidad de sangre que le fue robada, pero mezclada ahora con la de su amor es un bálsamo, un elixir que la fortalece de un manera superior al resto de humanos, pero es suficientemente poca como para no arriesgar su calidad de mortal.

       Ella separa la boca de la piel. Un hilillo de sangre le escurre por la barbilla. La herida se cierra.

       Los ojos de la mujer brillan ahora con una furia incansable. Al beber vislumbró un retazo de lo que era su amante, sólo un parpadeo en la eternidad de la existencia. Pero había sido suficiente.

       -Ahora te amo aún más -exhaló ella.


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Siguiente capítulo:

Lucifer: Eterno

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