viernes, 22 de junio de 2012

Wanna be a Sex Pistol?

Mierda, la fricción de la tela on su pecho había abierto uno de los tantos cortes que llevaba en el pecho. Le gustaba arancarle las mangas a las playeras, para exhibir los cortes entrelazados que formaban palabras en sus bíceps tonificados. El cabello peinado hacia arriba, hacia los lados, hacia donde se quedara quieto, pero siempre en punta le confería el aspecto de alguien a quien nada le importa, aunque tardara quince minutos frente al espejo arreglándoselo. La playera hasta hace unos segundos de un blanco impoluto, ahora comenzaba a teñirse de pequeñas gotas rojas en expansión, como microuniversos con vida propia, los cuales al secarse la sangre se volverían de un antiestético marrón. No importaba. Todo lo que importaba era llegar al bar. Ver a ese grupo que a duras penas si lograba terminar una canción completa, y los cuales sin embargo parecían dioses sobre el escenario. Ahora recordaba que no era bar, era una especie de  teatro en miniatura donde podían tocar grupos que no eran bien recibidos en los establecimientos oficiales. Tampoco importaba.
Al caminar por la acera al borde de la playa de Coney Island, los pantalones apenas si le rozan los tennis gastados, dejando entrever, cada que da un paso más largo de lo normal, unas calcetas de colores diferentes. Su madre dice que a veces parece ser de hojalata, ya que al caminar, el popurrí de metales que carga en el cuerpo (compuesto por las tachuelas de cabeza cuadrada de su cinturón chocan con la cadena que cuelga a un lado de su pierna, las tachuelas de la muñequera y las decenas de monedas que carga en su bolsillo para poder moverse en el transporte público), anteceden su llegada, avisando con su estrepito que él se acerca. Tampoco importa, el sol se esconde atrás del mar, la oscuridad espera a que pase la hora crepuscular para extender sus frías zarpas y convertir en monstruos y críaturas perversas a la gente. Eso es lo que menos importa ¡carajo! va a ver a los Sex Pistols, aun no se puede creer que realmente hayan venido al país. Nada puede compararse con la frenética hambre de destrucción y violencia que crece en el pozo negro que es su pecho, una sensación embargante bastante parecida a la felicidad.

martes, 19 de junio de 2012

Personajes.

¿Realmente es uno quien los crea, o son ellos mismos los que dirigen tu pluma o los dedos que golpean febrilmente contra el teclado del ordenador en un ansía devoradora de escapar de los confines de tu mente?

¿Cómo saber si son sólo producto de tu imaginación o si son entes independientes, seres que anidan en tu cabeza pero que poseen alma y mente propias?

¿Quién es el que realmente esta escribiendo a quién?

¿Tú juegas a crearlos o ellos juegan a hacerte creer que tú los inventas? ¿Tú tomas las decisiones por ellos, creas las sendas que van a recorrer sus vidas o ellos se mofan de ti cuando hacen pleno uso de su libre albedrío y se te revelan, haciendo exactamente lo opuesto, recorriendo el camino contrario al que les tenías designado?

Éstas y cientos de preguntas más parecen imposibles de responder, y una vez más, ¿de la mente de quién surgen realmente estas dudas, estas interrogantes, de la tuya o de la de algún ser que vive en tu cabeza, aguardando el momento en que el hastío lo colme y te obligue a escribir su historia para escapar para siempre de ti y quedar plasmado en la tinta de una hoja de blanco papel?

¿Acaso tu psique es realmente tuya o es sólo un fragmento de todo lo que compartes con ellos?

Personas capaces de realizar las más grandes proezas, hazañas con las que tú ni siquiera te atreverías a soñar; pero también -algunos-, capaces de las más espantosas atrocidades que un ser humano es capaz de cometer. Y no te queda remedio alguno más que seguir compartiendo habitación con todos ellos, escuchando el eco de sus gritos reverberando eternamente dentro de las paredes de tu cabeza.

martes, 5 de junio de 2012

Harkonnens: Lenkiveil

Cualquiera que hubiera podido observar la mirada oscura y profunda que emanaba de los ojos de Abulurd Harkonnen por debajo del casco aislante que le cubría el rostro, protegiéndolo del intenso frío mientras se adentraba en la helada llanura, habría visto toda la ira agazapada manando de ellos como la intensa humareda avisando la inminencia de la explosión de un volcán.


A donde quiera que miraba, no veía sino seres insignificantes a su alrededor.

El rencor que ahora anidaba en su corazón, ocupando el lugar de todo lo bueno por lo que antes había luchado, lo había convertido en un hombre amargado, resentido con la vida y con el nuevo imperio de su hermano, cargando con la culpabilidad de no haber podido limpiar el apellido de su abuelo, pero sobre todo, un odio puro, primario ocupaba el lugar central, un odio hacia el hombre al que alguna vez llegó a considerar incluso como a un padre, Vorian Atreides.

El culpable de toda la desgracia que recaía sobre sus hombros y que mantendría a su familia aislada durante generaciones en aquel planeta remoto, helado e inhóspito.



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Siguiente Capítulo: 

Príncipes en el Exilio (Harkonnens)

Nota del Autor:

Para poder entender a profundidad este pequeño Capítulo, y todo el odio que emana del personaje, y con el cual me siento completamente identificado, recomiendo enardecidamente leer los 3 libros de Leyendas de Dune, en los cuales se explica cuál fue la semilla de la traición que generó el odio visceral y enfermo entre los Harkonnen y los Atreides.

Estos libros son:

-Dune: La Yihad Butleriana

-Dune: La Cruzada de las Máquinas

-Dune: La Batalla de Corrin

Pero como sé que está un poco difícil de leer 3 libros así como así, les daré un breve resumen.

En la novela original de Dune, las profecías milenarias parecen coincidir en que el protagonista y héroe del libro, Paul Atreides será quien esté destinado a convertirse en el Kwisatz Haderach, lo que en el lenguaje de la novela viene a ser una especie de Mesías, un ser perfecto, que hará cambiar todos los paradigmas bajo los cuales se rige el actual Imperio Galáctico.

Pero su principal obstáculo son sus más grandes enemigos, los "malvados" Harkonnen. Quienes lo expulsan a un mundo desértico llamado Arrakis, mejor conocido como Dune.

La familia de Paul, los Atreides y los Harkonnen son enemigos acérrimos. Así que cuando los Atreides están debilitados en ese planeta desértico, los Harkonnen aprovechan para emboscarlos y matarlos a todos ellos. A todos excepto a uno: Paul Atreides.

Pero nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que ocurrió para que estas dos familias se odien a muerte desde hace 100 generaciones.

En la novela  hay un pequeño diálogo que nos indica el motivo: "Hace 10 mil años, un Atreides envío a un Harkonnen al Exilio, acusado éste último de cobardía."

Y si bien es cierto ese comentario, las razones que llevaron a ese exilio son completamente diferentes. Pero eso es algo que contaré en el siguiente capítulo...