miércoles, 28 de mayo de 2014

Harkonnens: Príncipes en el exilio III.

        Ansío la sangre por sobre todas las cosas.

        Siempre he sido un oscuro vástago de la noche. Pero ella me hace querer cambiar, me hace desear ser un caballero arquetipico en armadura reluciente. Algo que no podré ser, eso jamás sucederá sin importar con cuánto ahínco lo desee. Un príncipe en el exilio jamás podrá ser un príncipe azul. El destierro te transforma, te agría el alma como fruto caído del árbol que nadie comió.

   


 Aunque esa mujer, con sus ojos almendrados me hace sentir que puedo cambiar; no lo deseo.

         El deseo de venganza, de tomar una revancha por generaciones aplazada, es más fuerte que cualquier vínculo afectivo que pueda desarrollar. El honor de una familia, de generaciones de ella, depende de la frialdad de mi alma, de mi pétreo corazón. Dejar entrar en estos momentos la calidez de su piel y la dulzura de sus palabras a mi mente, constituiría la perdición para mi noble causa, una causa para la que mi familia lleva preparándose generación tras generación desde el momento de la traición, seguida por el destierro.

        Vivir en un mundo helado, termina por transformarte, la frialdad de su atmósfera de una u otra forma termina encontrando la manera de colarse entre tus venas, hasta volverse parte de ti. Hasta que un día despiertas y descubres que en tu corazón sólo hay lugar para la venganza, y no quieres que nada ni nadie se interponga en tu camino, porque quienquiera que lo haga, sólo podrá tener un desenlace posible; salir lastimado en el mejor de los casos.

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Esta historia continúa en:

El primer Retorno (Raykof Harkonnen) 



Capítulos anteriores:


Harkonnens: Lenkiviel 

Nota del Autor:

Supongo que al terminar de leer este capítulo mueren de ganas de conocer cuál fue la verdadera traición, ¿no es así?

Pues no se preocupen, que esa razón va a ser destapada aquí... a su debido tiempo.

Mientras déjenme darles un breve resumen del segundo libro: La Cruzada de las Máquinas.

Serena Butler, tras la tragedia al final del libro anterior, se recluye, y se vuelve una especie de sacerdotisa/idola que sólo busca un fin, ser el símbolo que mantenga viva la flama de la Yihad en la lucha contra las máquinas pensantes. Por lo tanto, ni Vorian Atreides ni Xavier Harkonnen tienen ahora oportunidad alguna de pasar sus vidas con ella. Aunque recordemos que ahora Xavier es ya un hombre casado y padre de familia.

Vorian, ahora que ha abierto los ojos y ve a las máquinas tal y como son se ha convertido en un personaje importante en la lucha contra los robots. Él y Xavier se vuelven los mejores amigos y juntos pelean una batalla encarnizada contra Omnius y contra los Cimeks.

Iblis Ginjo, el infame Iblis Ginjo, otrora un gran personaje heroico y hasta admirable, ahora se ha corrompido por el poder que tiene dentro de la Liga de los Nobles (Así es como se llaman el conjunto de planetas libres asociados en la lucha contra las máquinas). Su ambición es desmedida y parece que nadie podrá detenerlo.

Cuando los humanos, cansados de tanta guerra y muerte, deciden firmar un tratado de paz con Omnius, quien al ser una máquina también ve coherente y estadísticamente correcto este trato.

Serena se ofrece para ir en persona a pactar con las máquinas. Pero ni ella ni Iblis quieren la paz. Ambos odian con todas sus fuerzas a las máquinas, y juntos planean una traición: asesinar a Serena durante su encuentro con las máquinas y así poder culparlas y así enardecer los ánimos de la humanidad, reavivar la llama de la Yihad y continuar la cruenta guerra.

Serena es asesinada y el plan de Iblis marcha a la perfección. Y esta es la primera muestra del gran villano en que se convertirá. Aunque lamentablemente pasará a la historia como un mártir, y Xavier Harkonnen, el verdadero héroe, será maldecido por toda la humanidad...



La Semilla de la traición