El niño Solitario
Todos los días de ese mes vivieron encapsulados en una burbuja de felicidad y pasión. Pasaban mañanas enteras en los parques, ocasionalmente iban a museos y prácticamente a diario visitaban los cines y las plazas donde estos se hallaban, a veces miraban la película entera sin dirigirse la palabra, y otras parecían un monstruo simbiótico, con los brazos y piernas entrelazadas y los labios estrujándose al borde de la desesperación, anhelantemente.
Cuando estaba con Cassie, Lucas intentaba ocultar su verdadera naturaleza, evitaba hacer cualquier comentario racista, ni tan siquiera se atrevía a realizar comentarios ácidos y elitistas con su sarcasmo habitual, por miedo a ahuyentarla de su lado. Pero aparte de eso, parecían ser almas gemelas, Lucas jamás se había sentido tan cómodo pasando tanto tiempo junto a nadie. La gente (aunque muchas veces pudiera tratarse de chicas asombrosamente guapas) tendía a aburrirle muy rápidamente, como al niño a quien los padres le consienten cualquier capricho y no tarda en pasar de un juguete al siguiente, jamás encontraba personas con quienes valiera la pena tener una conversación seria o cuando menos compartir el aire de la misma habitación más tiempo del necesario.
No era que se sintiera superior al resto de sus congéneres, pero muchas veces no le cabía duda de que así era. Jamás le habían gustado los deportes, no los entendía, no sabía trabajar en equipo y no les veía finalidad alguna, a menos de que uno fuera un deportista de alto rendimiento y pudiera sacar un enorme beneficio monetario de golpear todos los días de su vida una de las muchas clases de pelotas y balones que existían en el mundo de los deportes. Por esa razón, durante su adolescencia temprana y la niñez, había sido una especie de paria en el patio del colegio, y los únicos amigos que lo acompañaban durante los interminables minutos de los recesos, eran siempre los libros que rentaba en la biblioteca de la escuela.
Aunque al principio sólo leía para mantenerse ocupado en algo y no percatarse de su soledad, con el tiempo fue viendo que con cada libro que terminaba, su mente se iba tonificando, agilizando, al igual que un músculo que es ejercitado con regularidad, constancia y perseverancia en el gimnasio. Y el echo de irse volviendo más ágil intelectualmente, más fuerte, no hizo sino distanciarlo cada vez más del resto de sus compañeros. Después vinieron los libros que comenzaron a darle forma a su ideología, los libros que no se podían encontrar en ninguna biblioteca, los cuales sólo podían ser comprados mediante Internet o en alguna librería de mala muerte en el centro de la ciudad, libros subversivos, rebeldes, libros que poco a poco comenzaron a darle forma a los pensamientos e ideas que conformaban al actual Lucas. Un Lucas centrado y enfocado, sabedor de sus propias capacidades y también de sus limitaciones. Un Lucas distanciado emocionalmente del resto de humanos.
Y ahora, Cassie lo había vuelto a hacer sentir humano, junto a ella sentía que quizá algún día lograría tener ese sentido de pertenencia que el resto de personas parecían hallar desde temprana edad. Lucas pensó, o quería pensar que eso nunca terminaría, pero al final, la endeble burbuja terminó por reventarse desde dentro, mostrando su verdadera y frágil naturaleza.
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