lunes, 21 de enero de 2013

Vanity.

Hace tiempo que había dejado de considerar a ninguna chica demasiado atractiva para él. Ahora, sentía que todas estaban a su alcance, no tenía más que hacer un leve esfuerzo, casi tan insignificante como señalar con el dedo y cualquier mujer caería rendida ante él.

Esta confianza en sí mismo no había surgido de la nada ni de un día para otro. No, había sido labrada a base de horas de esfuerzo y sudor en el gimnasio y de nudillos lacerados por golpear con ira el saco de box, cimentada en la profunda convicción de que era superior al resto de los mortales. Una convicción que surgió en el momento en que le pagaron su guión en una cifra de siete números, y en dólares.

Un día, al mes de haber concluido su guión, un texto realmente incipiente en el cual su fe no iba más allá de la débil esperanza montada en la tenue ilusión de que alguien encontraría en sus palabras plasmadas sobre el papel, un talento del cual ni él mismo era consciente.

Y así fue, en la modesta agencia literaria a la que lo llevó, tardaron varios meses en leer su manuscrito, por supuesto, pero cuando uno de los agentes finalmente lo hizo, no tardó en llamarlo y decirle que ese guión, ese pedazo de hojas y tinta, era una mina de oro, que podría ser llevado a la pantalla incluso en Hollywood. El agente fue hasta su casa y él firmó un contrato, el cual le concedía el 10 % de todos los beneficios que esa pequeña agencia obtuviera a partir del guión que había escrito encerrado en su diminuta habitación, mientras trataba de evitar pensar en aquella chica que le había roto el corazón de manera tan despreciable.

Así que tras alcanzar el éxito y la fama, algo con lo que el resto de personas sólo puede soñar, había cambiado. Se había vuelto frío, reservado y jugaba con los sentimientos de aquellos que lo rodeaban. No había sido necesario crear una barrera alrededor de su corazón, no, ya que no quedaba nada que proteger, se había limitado a vaciarlo de cualquier sentimiento o emoción que hubiera habitado dentro de él anteriormente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario