Remordimientos. Una palabra que debes eliminar, no, extirpar de tu vocabulario.
Si eres inteligente sabrás que el remordimiento es un peso con el que no puedes cargar, al menos no durante un periodo extenso de tiempo, es como un yugo bajo el cual tu espalda se doblega y termina por romperse. Por eso, si no eres capaz de deshacerte de los sentimientos de culpa, o cuando menos anestesiarlos, entonces mi querido amigo, es hora de que abandones esta lectura, porque te tengo una desagradable noticia; no naciste para ser un little Bull-Shitter.
Pero el hecho de sentir culpa, o algún tipo de malestar, ya sea físico o emocional, al mentir, no debe avergonzarte, al fin y al cabo todos somos humanos, y sería antinatural el no tener estos sentimientos, sería hasta un tanto creepy.
El truco entonces no está en no sentir culpa, es un sentimiento humano de lo más normal, pero si quieres poder mentir como un profesional, como lo haría un verdadero actor de método, entonces debes desarrollar tus propias técnicas para lidiar con ella, para darle la mano como haría un tierno amante y llevar a la culpa (siempre bien sujeta por la muñeca, pero con delicadeza al mismo tiempo, para que ni sospeche ni se pueda librar tampoco) hasta el borde del precipicio. Susurrarle tiernas palabras al oído, derramar la miel espesa que brota de tus labios sobre su receptivo oído.
Y justo en el momento más álgido, cuando tus palabras la hagan recorrer un sendero hacia el orgasmo, entonces y sólo entonces, posarás tu cariñosa mano en su espalda y la empujarás hacia el vacío.
No debes de evitar la culpa, al contrario, debes abrazarla, comprenderla, amarla, y sólo cuando hayas terminado este proceso, podrás desecharla como el verdadero peso muerto que es.
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