sábado, 27 de octubre de 2012

Skyler Harkonnen.

La ira amontonada, apilada como toneladas de basura en su interior, no lo abandonó ni siquiera en su lecho de muerte.

Sólo hay una persona que pudo haber hecho que dejara a un lado su odio, su infatigable sed de venganza. Su esposa; Skyler.

Pero la mala suerte de los Harkonnen lo perseguía, iba detrás de él como el cazador más implacable.

Cuando Blur la conoció, ya había perdido toda esperanza de encontrar una mujer por la que valiera la pena luchar o sentir algo más que una lujuria pasajera más propia de un animal que de un ser civilizado. Ya se había resignado al destino de ser un lobo solitario, a no sentir pertenencia jamás en ningún lugar.

Cuarenta años tenía él en ese entonces, ella apenas veintiocho, la conoció cuando estaba de caza en la helada y solitaria estepa. En el instante mismo en que sus ojos posaron la mirada en los de ella -de un verde helado y penetrante-, supo que esa mujer sería su esposa.

Tras su primer encuentro, la fricción causada entre ellos fue tal que ambos se marcharon odiándose mutuamente. Quizá fue porque los dos eran igual de obstinados y tenían demasiadas cosas en común.

Un año después se encontraron nuevamente, en la fiesta de un primo de Blur, y entonces, recordaron esa aventura, y con el lubricante armonizador del alcohol, platicaron hasta que amaneció, llegaron a conocerse y al final terminaron riéndose de aquel desastroso encuentro. Al despedirse, ambos admitieron la atracción física que habían sentido por el otro desde el primer instante, y como dos adolescentes se envolvieron en un apasionado beso, y la despedida se convirtió en un viaje al hogar de Blur, donde se amaron intensamente, dando rienda suelta a sus deseos, y ese mismo día, Skyler quedó embarazada de su primer hijo.

Pero como era de suponer, la mala suerte no se hizo esperar, y un par de años después del nacimiento de su segunda hija, una hermosa niña que había heredado el cabello de un frío negro y las cejas anchas y seductoras de su madre, la misma plaga que se había llevado a su abuelo, puso fin a la vida de Skyler, la única mujer que Blur amó en toda su vida.

La plaga que se presumía habían plantado los Atreiddes para acabar con el linaje Harkonnen, para borrarlos del árbol genealógico de la realeza, para evitar su futuro retorno al imperio.

Así que aunque por unos años los deseos de sangre y venganza parecieron desalojar su alma, una vez que su esposa hubo muerto, en su momento de mayor vulnerabilidad, cuando su fe se tambaleó y su bondad terminó por hundirse en un pozo gélido de agua mortal, lo único que mantuvo con vida a Blur, lo único a lo que supo aferrarse con la poca fuerza que le quedaba, fue al deseo de venganza, el cual era como fuego que él alimentó con su propio dolor que era la leña más incendiaria que pudiera existir.

La herencia de dolor y revancha lo había sobrepasado, era el único legado que había dejado a sus hijos.

Ahora, a las puertas de la muerte, en el umbral del infierno, o el paraíso, realmente no sabía cuál de los dos le aguardaba, se preguntaba si había hecho lo correcto, si no debería haber intentado que el legado de odio terminara con él. Pero no hay nada que pueda hacer ya. Sus hijos llevarán plasmado el deseo de venganza en sus ojos el resto de su vida. Al igual que él durante la suya.


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Nota del Autor:

¡¡¡Si están pensando en leer La Yihad Butleriana no lean lo que sigue, so pena de Spoilers!!!

El suceso tan terrible es este: El robot Erasmo, enojado por el cambio de actitud en el temple de Serena al convertirse en madre, toma a su bebé, y en una especie de ejecución publica, lanza al bebé al vacío desde su balcón.

Cientos de humanos esclavizados ven esta horripilante escena, la muerte de un bebé inocente a manos de las máquinas, la muerte de Manion Butler. Un niño al que todos querían, ya que desde la llegada de Serena a la Tierra, ésta se las había ingeniado para convencer a Erasmo de mejorar la calidad de vida de los esclavos.

¡¡¡Aquí terminan los spoilers!!!

Así es como miles de humanos (envalentonados al ver que Serena ataca a Erasmo, a un robot, con sus propias manos), se levantan en armas guiados por Iblis Ginjo sin importarles morir en el intento.

Vorian Atreides reacciona rápido, y en medio de la masacre y el fuego, saca a Iblis Ginjo y a Serena Butler del planeta, sabiendo que esa es una batalla perdida. Las máquinas están masacrando a los humanos por millones, pero aún así, la chispa de la rebelión, de la Yihad ya se ha encendido.

Toman rumbo hacia Salusa Secundus, donde se encontrarán con un atribulado Xavier Harkonnen...

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