viernes, 21 de septiembre de 2012

Blur Harkonnen.

La ola de sangre en que se había convertido todo lo que salía de la boca de Blur , lo que tenía por sentimientos había comenzado a afectarle, por primera vez en su vida sentía los terribles efectos del envejecimiento, tan reales como tener al desnudo un nervio al cual estuvieran aplicando dolor directamente.

Desde hace cinco años padecía de una cojera que le entorpecía el movimiento al caminar, pero no era lo mismo, aquello no era producto de la vejez; se debía a una herida de caza, en una de sus múltiples excursiones a las heladas y desérticas montañas.



Durante toda su vida, en la parte más inhóspita de su mente, en ese rincón al que no le gustaba acudir, a donde iba a vagar cuando el alcohol parecía ser la única alternativa y la depresión se apoderaba de él, vivía una fría pregunta.

¿Cómo habría sido su vida de no haber nacido en ese gélido planeta, si no hubieran exiliado a su abuelo despojándole antes el honor a su apellido? Siempre se preguntaba qué habría sido de ellos viviendo entre la opulencia, entre los lujos y comodidades del imperio, si no les huibieran arrebatado el lugar que les correspondía entre las familias de la mas alta nobleza.

La sangre Harkonnen se remontaba a generaciones, atrás, y siempre había corrido como agua entre los caudales de los ríos de emperadores, duques y demás nobleza. Y ahora no eran más que príncipes en el infierno. Un infierno además helado.

Pero al igual que sus padres y el resto de sus primos, Blur había jurado venganza contra los culpables de su miseria, los Atreides. Algún día, los Harkonnen volverían envueltos en gloria y poder al imperio y reclamarían lo que por derecho era suyo, ocuparían de nuevo su lugar, pero ya no se conformarían con ser parte del imperio; lo dominarían. Y ocuparían el odio acumulado, el resentimiento estancado que por generaciones no habría hecho sino germinar cada vez más hondo en sus almas, para hacer desaparecer para siempre el apellido Atreides de todos y cada uno de los planetas aún habitables de la galaxia.

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Nota del Autor:

Serena Butler, este nombre recuérdenlo, es importantísimo. Ella y su bebé son la razón de que el primer libro de Leyendas de Dune se titule La Yihad Butleriana.

Antes de adentrarme en el personaje, les voy a explicar qué es una Yihad. Yihad es una palabra musulmana para referirse a una guerra santa. Y en el contexto en particular de Dune, se refiere a la última guerra, la guerra más importante de los humanos para derrotar a las maquinas pensantes. Una guerra que se cobraría miles de millones de vidas con un único propósito: la supervivencia de la raza humana.



Serena comienza el libro siendo la amante y futura esposa de Xavier Harkonnen. Pero durante una misión de vital importancia (y casi suicida), ella es capturada por las máquinas pensantes. Quienes la llevan hasta la Tierra, donde se vuelve prisionera/invitada/entretenimiento del robot Erasmo.

Erasmo es un robot que debido a un accidente donde quedó atrapado solo con sus pensamientos, pudo llegar a adquirir una especie de individualidad casi humana. Pero esto no quiere decir que deje de ser un siervo de Omnius.

En la Tierra, Serena conoce a Vorian Atreides, a quien odia al instante por ser un humano que por convicción propia le es leal a las máquinas. Vorian por su parte se siente irremisiblemente atraído por la personalidad arrebatadora y aguerrida de la mujer, y comienza a desarrollar sentimientos por ella, al tiempo que gracias a ella comienza a cuestionar su lealtad para con las máquinas.

Al final, terminan teniendo sentimientos el uno por el otro, y aunque este triangulo amoroso podría empezar a darnos alguna pista sobre el odio ancestral de Harkonnens y Atreides, al final del libro sucede un evento terrible que tira al suelo esta teoría.

Un suceso tan terrible y de una maldad tan absoluta por parte de las máquinas, que todos los humanos esclavizados que presencian esa escena son los responsables de iniciar la sangrienta revuelta contra los robots, una revuelta que daría inicio a la Guerra que pasaría a la historia con el nombre de La Yihad Butleriana.

Pero ese suceso es algo que contaré en el siguiente capítulo...


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