miércoles, 12 de diciembre de 2018

Zombie (5)




Tal como había vaticinado Mark, seguir a los hermanos por el bosque no fue nada difícil. Sólo había que seguir los gritos rabiosos de los muertos, y si eso no era suficiente, las huellas en la tierra humedecida por el agua que comenzaba a chispear, las hojas rotas y los arbustos pisados, bastaban para poder seguirles la pista.

Mark aún no se decidía si hablarles o no. Sabía que no eran buenas personas, y no quería aliarse con ninguno de ellos, sobre todo con el que parecía un pandillero, el que había orillado al otro a cometer la segunda violación de la tarde. Uno era de carácter débil, mientras que el otro era un bastardo malnacido. Una peligrosa combinación. Pero en un mundo como en el que estaban ahora, uno no podía darse el lujo de decidir con quién aliarse, y ese par (exceptuando su torpe huida por el bosque) había demostrado que tenía lo que se necesitaba para sobrevivir en un maldito mundo asolado por un apocalipsis zombie.

Mark aún deseaba imaginar que todo eso de los zombies era un evento aislado, algo que el ejército podría contener y erradicar. Algo que a partir del día siguiente sería nada más que un hecho anecdótico que el resto de gente miraría desde la seguridad de sus casas en los noticiarios nocturnos. Pero no se hacía demasiadas esperanzas. No después de ver cómo decenas de soldados eran sobrepasados y neutralizados por un ejército, cada vez más creciente, de muertos vivientes.

Finalmente los alcanzó, bueno casi, estaban a unos cien metros del chico. Mark se subió a un tronco caído, el cual aún se encontraba unido a la base del grueso árbol y desde ahí presenció la torpe huida de los dos hermanos. Habían llegado a la orilla de un río, eran seguidos de cerca por al menos unos quince zombies; hombres, mujeres, niños, una anciana, todos eran candidatos válidos para alistarse en las filas del ejército zombie.

Sin pensárselo dos veces, ambos idiotas se metieron al río, en un tonto intento por cruzarlo. Si leyeran un poco más, o tuvieran algún tipo de conocimiento de vida salvaje, sabrían que una corriente, si es lo suficientemente fuerte, basta con tener una profundidad de treinta centímetros para arrastrarte por el río. No lo sabían, pero como la mayoría de las cosas en la vida, lo aprendieron al experimentarlo en primera persona.

–Idiotas –murmuró Mark.

Cuando iban a la mitad del río, el hermano débil, al que Mark estúpidamente salvó en la cuarentena, cayó de lado, sus tobillos siendo fuertemente jalados por la poderosa corriente de agua. En su caída se llevó con él a su hermano, y ambos fueron arrastrados unos cuantos centímetros antes de lograr ponerse en pie. Mark los veía entretenido.

Los zombies fueron entrando al río uno a uno. Y uno a uno fueron cayendo igual que los hermanos sobre el agua de ese pequeño río de muy poca profundidad. Pero ellos, haciendo alarde de su falta de dolor, se ponían rápidamente en pie como si nada hubiese sucedido, con heridas abiertas en la cara cuando esta había chocado contra las rocas del suelo o con brazos o piernas torcidas en posiciones que deberían hacerlos aullar de dolor si sintieran algo. Los hermanos al fin cruzaron, pero los zombies no tuvieron tanta suerte, su total falta de coordinación hizo que se mantuvieran en un estado cíclico: cayendo, arrastrados por la corriente, levantándose rápidamente y volviendo a caer. Los hermanos echaron a correr, esperando no volverse a encontrar con un zombie nunca más.

Mark escuchó el sonido de unas hojas siendo aplastadas y se giró bruscamente, sobresaltado.

–¡Oh mierda! –soltó, al tiempo que intentaba mantener el equilibrio sobre el tronco. No podía permitirse caer, no en ese ángulo en que se encontraba. Este era el momento menos apropiado para una torcedura de tobillo o algo así. En este nuevo mundo, algo de esa naturaleza sería una cuestión de vida o muerte.

Al final logró mantener la postura. Pero casi fue demasiado tarde. Al percatarse de quién, o mejor dicho qué, era lo que había provocado el ruido de las hojas, un puño atenazó su garganta. Un zombie venía corriendo en su dirección, y estaba cerca, demasiado cerca.


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Esta historia continúa en:

Zombie (6)


Capítulos anteriores:


Zombie (4)

Zombie (3)

Zombie (2) 

Zombie 

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