Y entonces el ariete golpeó la enorme puerta.
Después del golpe, que quedó resonando en las mentes de los soldados, se hizo el silencio. Luego vino el segundo golpe, y con este, la puerta cedió, se rompió del todo y se abrió de par en par hacia adentro. Las astillas volaron por todas partes.
Cedric, junto con el resto de soldados bajo sus órdenes, se encontraban formados en una cuña* gigante de varias hileras, alrededor de la puerta, o más bien alrededor del lugar donde hace unos segundos había estado la puerta. Estaban en el patio interior del castillo, con la alta fachada de este tras ellos, y un enorme muro defensivo de piedra gris adelante . En lo alto del muro había espacio para arqueros, pero ahora era demasiado peligroso que estuvieran ahí apostados.
Alzó su scutum hasta la altura de los ojos, separó sus piernas para tener mejor soporte, y se preparó para el inminente ataque. Pero este no se produjo. Desenvainó su gladius, la espada corta de doble filo que todos los soldados llevaban.
Entonces, en medio del sepulcral silencio, únicamente roto por las respiraciones entrecortadas de los soldados expectantes, un pequeño artilugio* entró rodando velozmente por la puerta y se detuvo en el centro del patio, a escasos metros de la primera línea de soldados en la que se encontraba Cedric.
A todas luces parecía ser un artilugio creado por medios mecánicos, pero potencializado por la magia. A Cedric le resultaba vagamente familiar, como si en alguna de sus campañas más allá del Muro de Adriano hubiera visto algo parecido, o hubiera oído hablar de ello. Entonces lo recordó, era un artilugio similar al que les había descrito aquel pobre desgraciado moribundo que habían encontrado en el bosque, quien ya estaba casi en las puertas de la muerte. Sí era un artefacto mágico. Un artefacto de gran poder e inmensamente peligroso.
-¡Todos, cúbranse con los escudos ahora! -rugió con toda la fuerza con la que su garganta fue capaz de proferir el grito, al tiempo que intentaba poner la mayor cantidad posible de su cuerpo tras el enorme escudo rectangular.
El pequeño objeto circular emitió un zumbido desproporcionalmente sonoro, como si un millón de insectos se juntaran, y después, estalló en mil pedazos, como una sandía al ser aplastada por un hacha. Pero en vez de lanzar pulpa hacia todas partes, lo que brotó de su interior fue una llamarada intensa que alcanzó los escudos, ropas y algunas partes de piel que los soldados no habían alcanzado a proteger. La llamarada había sido impulsada hacia todas partes por una fuerza invisible que golpeó a los soldados de la primera fila como el puño gigante de un dios enfurecido.
Algunos soldados se elevaron un metro en el aire y se rompían alguna pierna o brazo en su caída, otros como Cedric fueron lanzados abruptamente contra los escudos de quienes estaban atrás de ellos.
El mundo se volvió un caos. Una enorme nube de polvo cubrió todo el patio del castillo tras la explosión. Cuando Cedric abrió los ojos, toda su visión estaba empañada por esa niebla grisácea. Tosió fuertemente, y se incorporó, todo el cuerpo le dolía, pero le alegró comprobar que no tenía ningún dolor que llamara particularmente su atención, con suerte no se había roto ningún hueso. Tendría que poner algo de orden, así que se preparó a gritarles a sus soldados, pero lo único que salió al principio, fueron más toses. En ese momento fue más consciente que nunca del enorme peso de la cota de malla que llevaba sobre el pecho.
Los enemigos aún no entraban en tropel a atacar. ¿A qué diablos estaban esperando?
-¡Preparen sus escudos! -alcanzó finalmente a gritar -¡No dejaremos que esos bastardos nos derroten este día!
Un grupo de valerosos soldados se puso a su lado. Pudo percibir cómo los de atrás también preparaban sus escudos y desenfundaban sus espadas. Unos instantes pasaron agónicamente, la espera siempre era peor que el mismo enfrentamiento, la incertidumbre era la mayor de las amenazas.
El ejército enemigo comenzó a avanzar, lo hicieron calmadamente, aún así, se podía percibir el leve retumbar del suelo a través de los escombros y el polvo. Entonces el viento trajo consigo un sonido tenebroso, un sonido oscuro y de mal augurio, algo que no se escuchaba desde hace más de cien años.
Cedric, junto con sus ahora atemorizados compañeros de armas, escucharon el batir de unas alas, pero no unas alas cualquiera, sino unas del tamaño de las velas del más grande de los barcos mercantes. Entonces la sangre se le heló, abandonó su rostro y un vacío le hundió el estómago.
Cuando Cedric vio cómo la enorme sombra de la criatura a la que pertenecían las alas oscureció todo a su alrededor al volar sobre ellos, supo que esa batalla estaba total e irremisiblemente perdida.
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Siguiente capítulo:
La Guardia Draconiana
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Glosario
Cuña - En cuña o cunea es una formación táctica conocida y practicada desde la más remota antigüedad especialmente por ejércitosaudaces.
Se reducía a formar un triángulo, más o menos equilátero, en cuyo vértice y lados adyacentes avanzaban los hombres de más empuje.
Artilugio - Mecanismo, máquina o aparato, especialmente el de manejo complicado o el que tiene una función que no se percibe fácilmente o se desconoce.
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Como siempre una excelente redacción, me metí en aquel mundo, todo lo vi súper detallado, nunca me decepcionas amigo. Excelente historia y excelente inicio.
ResponderEliminarAmiga, muchas gracias por dejar tu coemntario! Me alegra mucho tenerte por acá!!! Recuerda que hay 2 capítulos más eh.
EliminarExcelente!! Ya quiero ir a ver los otros, me encanta cuando el capítulo te deja expectante y con hambre de más. (Caroarkangel)
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