martes, 14 de mayo de 2019

Parker (Rhyno)



Aleksei Sytsevich caminaba por el oscuro callejón iluminado apenas por la mortecina luz de un solitario farol.

Llevaba en cada mano unas bolsas llenas de los víveres que acababa de comprar en la tienda de autoservicio, donde las personas que ahí se encontraban habían quedado paralizadas por el miedo al verlo entrar.

No podía culparlas, con un metro noventa de altura, la complexión de un defensa de fútbol, y la expresión de perpetuo enojo en su cara, Aleksei no era alguien que precisamente inspirara confianza. Y si a esto le agregabas la imponente armadura plateada de cuerpo completo que cubría todo su cuerpo, excepto manos, pies y cabeza, ajustándose como una pesada segunda piel, y que asomaba debajo de la enorme gabardina café que se había puesto en un vano intento por disimular, el resultado era un gigante que inspiraba terror. Mientras hacía sus compras, la gente parecía haberse congelado dentro de la tienda, sólo se movían cuando Aleksei iba a pasar en el pasillo donde se encontraban, y se quitaban a toda prisa.

Cuando casi llegaba a la mitad del callejón, un movimiento captado por el rabillo del ojo llamó su atención. Se paró en seco. Algo se había movido entre los altos muros de los edificios. Podía casi sentirlo. Elevó la mirada al cielo, pero no vio absolutamente nada. El panorama permanecía a oscuras e impasible.


Dio un paso más, y entonces una figura surgida de entre las sombras se materializó a unos metros de él, cayendo desde el techo. La oscura silueta se puso en pie, allá donde la luz de la farola no la pudiera alcanzar.

Aunque el hombre que acababa de aparecer era significativamente más bajo que Aleksei, el corpulento hombretón no pudo evitar sentir miedo. Pero como era su costumbre, pronto cualquier sentimiento quedó relegado en pos de la rabia.

El hombre misterioso comenzó a avanzar hacia él. Cuando la luz tocó su rostro, Aleksei lo reconoció.

-¿Qué quieres de mí Hombre-Araña?

El hombre no contestó. Se limitó a seguir avanzando en silencio. Vestía su distintivo traje azul y rojo, atravesado por unos finos hilos negros que emulaban la tela de una araña. En comparación con Aleksei, era un hombre bastante pequeño, incluso para los estándares normales, no era alguien alto.

-No he hecho nada malo desde que salí de prisión. Así que lárgate y déjame en paz -rugió Aleksei.

-Quiero información -la voz del hombre araña era hielo puro que apretó con dedos fríos el estómago de Aleksei.

-No tengo nada para ti -por alguna razón, la voz del gigante no sonó con tanta confianza como unos segundos antes.

-Dime cómo encontrar a Norman Osborn.

-Estás con el hombre equivocado, yo no he hablado nunca ni siquiera con su asistente. Siempre me contacta alguien muy por debajo en la escalera jerárquica.

-Vas a ayudarme a contactar con quien sea, aunque tenga que sacar la información a golpes de tu cuerpo.

Entonces Aleksei enfureció. Soltó las bolsas de las compras, cayeron al suelo acompañadas del sonido de algunos huevos rompiéndose, un cartón de leche se rompió y un hilillo blanco se deslizó por el suelo. La furia lo transformó, era demasiado fácil caer rendido ante la ira, por eso intentaba mantenerse lejos de ese tipo de situaciones de riesgo, de situaciones de estrés que pudieran hacer salir a La Bestia. Que pudieran hacer salir a Rhyno.

Y ahora Rhyno había salido. Y el Hombre-Araña era el responsable de ello. Y el gigante de armadura plateada lo odiaba por ello.


Sus ojos se llenaron con el rojo de la ira. Hincó una rodilla en el suelo, como un corredor de cien metros dispuesto a empezar la carrera, plantó un puño en el piso y dejó que la ira se desbordara por su sistema. Aleksei Sytsevich se había ido, ahora sólo quedaba Rhyno.

Corrió con todas sus fuerzas hacia el pequeño hombre. Éste se mantuvo impasible, como si aguardara por el golpe que Rhyno le tenía preparado. Cuando estaba a sólo un metro del Hombre-Araña, éste dio un brinco descomunal de acróbata fuera del alcance de Rhyno, cayendo al otro lado del hombretón, quien intentó sin éxito parar en seco.


Rhyno dio media vuelta, como toro enfurecido. El Hombre-Araña alargó las muñecas hacia él, y de ellas brotaron dos pegajosas telarañas que se fueron a estampar contra el rostro de Rhyno. Esto no hizo sino enfurecerlo aún más. Llevó sus uñas a su rostro, y teniéndolo que arañar apartó las telarañas de su visión. Embistió de nuevo hacia el Hombre-Araña.

El Hombre-Araña lo volvió a esperar pacientemente, y justo cuando Rhyno estuvo a punto de alcanzarlo, se agachó como un atleta de crossfit haciendo una sentadilla profesional, y un segundo después, usando todo el impulso de sus piernas flexionadas, el Hombre-Araña extendió todo su cuerpo, con el puño derecho por delante y lo estampó justo en el estómago de Rhyno. Tal como había prometido.

Se hizo a un lado y Rhyno se arqueó de dolor, intentando recuperar el aire que el puñetazo le había sacado. Cayó de rodillas, pero se negó a caer. 


El Hombre-Araña puso un pie sobre el gigante y lo empujó para que cayera al suelo. Lanzó dos telarañas para pegar sus manos al suelo y se subió a horcajadas sobre el enorme pecho del hombre. Lo tomó por el cuello de la gabardina café y acercó su pequeño rostro enmascarado al de él.

-Sólo pienso repetirlo una vez más ¿cómo puedo encontrar a Norman Osborn?

A través de los dos grandes pedazos de tela blanca en el rostro que emulaban los feos y grandes ojos de una araña, Rhyno pudo ver los ojos del hombre bajo la máscara llenos de una ira más potente de lo que él jamás había llegado a conocer. Y sintió miedo, Rhyno se retiró y sólo quedó Aleksei, un Aleksei confundido y amedrentado. Sólo atinó a decir una sola cosa.


-Está bien, te ayudaré.


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Parker


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