Artículo escrito por Laura Albarrán. Artículo de Invitado #63
¿Te has preguntado
cómo sería tu alma si no estuviera dentro de ti?, ¿qué figura tendría?, ¿qué reflejaría de ti mismo?, gracias a una extraordinaria coproducción entre
HBO y Philip Pullman podremos disfrutar de esta sinfonía visual hablándonos de
mundos paralelos, lugares mágicos y cosas que van más allá de lo que habríamos
imaginado.
La Materia Oscura es
una gran propuesta televisiva basada en la saga literaria de Philip Pullman la
cual nos permite ver más de cerca un debate teológico que influencia
fuertemente a este mundo fantástico, que llevándolo al mundo real, debemos saber
que las dos mentalidades más extendidas en nuestro planeta han sido la oriental
y la occidental, así que mientras en los países asiáticos se han desencantado de
dividir la esencia de la existencia, en los países occidentales la explicación
viene dada a partir del cuerpo y alma y justamente en eso se basa esta premisa.
Muchos de nosotros
vimos en su momento la película estrenada en 2007 “La brújula dorada” nombre
homónimo al primer libro de la saga, que desgraciadamente se vio opacada por
sagas como Harry Potter y la película no logró el éxito planeado, en gran parte
el problema fue querer meter todo un mundo mágico lleno de conceptos profundos
en 113 min., por lo que el autor de esta gran saga fijaría su meta en la
televisión siendo una serie parte de esta demanda imperante debido al éxito en este formato que se ha
desencadenado la última década debido a los streaming.
La historia se
centra en la preadolescente y huérfana Lyra Belacqua (Keen), que vive en un
campus universitario de Oxford mientras su tío aventurero (Lord Asriel
interpretado por James McAvoy) deambula por el norte en busca de
información sobre una fuerza poderosa conocida como “polvo”. El conocimiento
que busca es extremadamente amenazante para el Magisterio, lo más parecido a un
gobierno/religión que reina en este universo, que se opone a la investigación
académica. Cuando niños comienzan a desaparecer, Lyra une fuerzas con la
misteriosa Sra. Coulter (Ruth Wilson), pero este es sólo el comienzo de un
viaje épico en el que Lyra se verá en medio de muchos intereses poderosos.
Y es ahí donde entraron New Line Cinema y Bad
Wolf, estudios que compraron los derechos de explotación audiovisual de la obra
de Pullman tras el regreso de los mismos a manos del autor una vez se consumó
el fracaso cinematográfico. BBC One en Reino Unido (país de origen de
la serie) y HBO en el resto del mundo se encargan de distribuir la
serie de televisión de La Materia Oscura, la cual es una serie que avanza a partir de
las sorpresas narrativas, giros de tuerca y desarrollo de personajes,
mostrándonos al inicio la siguiente leyenda:
"Esta historia comienza en otro mundo. Uno que es, al mismo tiempo, igual pero diferente del nuestro. Aquí, el alma humana toma la forma física de un animal y se la conoce con el nombre de 'Daemon'. La relación entre el humano y el 'Daemon' es sagrada. Este mundo ha sido controlado durante siglos por el todopoderoso Magisterio, excepto en las tierras salvajes del norte, donde las brujas susurran una profecía. La profecía de un niño con un gran destino. Durante la Gran Inundación, este niño fue llevado a Oxford".
Como pueden ver a simple vista pareciera la misma
premisa que hemos visto una y otra vez: un mundo parecido al nuestro, una
organización malévola que intenta conquistar el mundo y un niño héroe que
llegará a cambiar todo, pero esto es sólo el envoltorio de esta gran historia
debido a la carga simbólica y teológica que tiene dentro de sí y es ahí donde
reside la potencia narrativa que al mismo tiempo le da complejidad, por lo que
no necesita conducirnos constantemente a la reflexión, ya que su concepto es
llevado con inteligencia sin caer en un fan service excesivo.
La serie logra lo
que la película no pudo hacer, o que ni siquiera llegó a intentar, que es
desarrollar de una manera más elocuente a los personajes para crear esa
conexión genuina del espectador y el personaje. Esta primera temporada ha
tenido sus altibajos, sin embargo explican varios conceptos y la presentación
de los múltiples personajes, la trama queda un poco floja sobre todo al
principio por lo que recomiendo darle tiempo a la serie y no quedarse sólo con
el primer capítulo, viendo más allá de la base
puesta que está bastante bien lograda.
Y es que el hombre detrás de la dirección es el mismísimo Tom
Hooper, ganador del Oscar a Mejor Director por la imprescindible El
discurso del rey (2010). Después del éxito consecutivo de Los Miserables (2012) y La Chica Danesa (2015), Tom Hooper se ha tomado el tiempo para hacer que la nueva
adaptación audiovisual de la obra de Philip Pullman adquiera forma
y tenga una serie de elementos cinematográficos que la hacen un producto
mucho más redondo y cualificado.
De entre todos los actores, por motivos más que obvios dada su presencia
en pantalla, la que más brilla es Dafne Keen, una actriz con un potencial
enorme, una gran ambición interpretativa y una sinceridad en la mirada que
le va a poner un pie en producciones de gran altura.
Sin embargo, a pesar de todos estos componentes que hemos mencionado
previamente lo que más brilla en esta producción es, sin lugar a dudas, la
estética de la propia serie. Los diseños de producción que se han llevado a
cabo son acertados en toda la extensión de la palabra. Un cúmulo de
estéticas que a más de un amante de la arquitectura le hará soñar con
mundos imposibles y quimeras artísticas, ya que en esta serie de HBO se dan
cita estilos tan remotamente separados entre sí como la época victoriana,
la edad media e incluso la influencia nórdica en algunos retazos de las
tierras salvajes norteñas.
No tendrían relevancia estos elementos técnicos y artísticos si no
tuvieran su importancia en la serie. La Materia Oscura, como le sucede a todo
este tipo de adaptaciones audiovisuales de sagas literarias, tienen una
asignatura pendiente que es más importante que todas las demás: hacer que
el universo ficticio que funciona en los libros también lo haga en la serie o
la película en cuestión. En ese sentido, esta segunda adaptación de la
obra de Philip Pullman es un éxito rotundo, adecuándose perfectamente a los
entornos de un mundo que no existe, pero que es muy parecido al nuestro
aunque tenga sus propias reglas. Y el éxito de esa adecuación, a pesar de que
también se reafirma en la dirección y el guion, reside principalmente en el
trabajo artístico de estética y diseños, por lo que llega un momento en donde
te sientes sumergido en ese mundo fantástico.
Y dentro de todo esto, los efectos visuales son dignos de analizar, para
las grabaciones se utilizaron títeres con un movimiento muy parecido al que
tendrían en la vida real de tal forma que la finalización en cuanto a la
animación de los daimones es exquisita, con un nivel de realismo impactante así
que la importancia de estos además de ser simbólica es presencial, ellos
representan el alma de una persona, son seres que siguen a su contraparte a
todos lados por lo que podría decirse que en cada escena donde las personas
hablan con sus daimones realmente están hablando consigo mismos, el alma
refleja de una forma contundente quienes somos y eso implica conocernos a
profundidad por lo que en este universo al ser niños, los daimones cambian de
forma constantemente, pero al convertirse en adultos conservan la forma que
refleja de manera más fidedigna quienes son en realidad.
En resumen, La Materia Oscura es un producto ambicioso, no estamos
delante de la nueva Juego de Tronos , pero sí es fácil dejarse llevar por una historia de aventuras en
la que descubriremos que, como suele ser habitual con estas sagas, debajo
de la capa de superficialidad hay más de lo que se aparenta.
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