Un grotesco retrato a las cloacas de la impunidad
Artículo escrito por Laura Albarrán. Artículo de Invitado #59
¿Cómo pudo y cómo se
permitió su suicidio? Esa es la pregunta que a la fecha todos nos hacemos, era
el 19 de Agosto del 2019 cuando Jeffrey Epstein apareció ahorcado en la celda
del Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, se encontraba en este
lugar a espera de un juicio por cargos de tráfico de menores y abuso sexual
desde mediados de los 90’s, pero su muerte está rodeada de misterio y así es
como esta docuserie de Netflix ahonda en los muchos interrogantes del deceso.
Lisa Bryant hace un
excelente trabajo narrándonos de una forma detallada y a lo largo de 4
capítulos cada suceso y cada una de las agresiones que las victimas tuvieron
que vivir. Incide en varias cuestiones que han dado pie a teorías conspirativas
sobre la muerte del susodicho, cabe destacar que dentro de todos esos temas
resalta la amistad que mantenía con diferentes miembros de la élite como Donald
Trump, Bill Clinton, Kevin Spacey, Woody Allen o el Principe Andrés de
Inglaterra, sugiriendo que Epstein tenía información suficiente para hundir a
cualquiera de los antes nombrados y a muchas personas más por pedofilia, uno de
los orígenes de esta información es debido a que Epstein poseía cámaras en casi
todas las habitaciones de sus mansiones incluyendo los sanitarios, por lo que
no era de extrañar que el material que poseía era lo suficientemente
incriminatorio como para chantajear a los involucrados.
LA GRAN RED DETRÁS DE LA MUERTE DE EPSTEIN
Esta docuserie más que un estudio completo
sobre el personaje o una investigación sobre sus crímenes se centra en las
mujeres agredidas y la impunidad de las que fueron víctimas, dejándolas
marcadas para siempre con traumas de denigración y abuso, haciéndonos ver que
el millonario Jeffrey Epstein sólo era la punta del iceberg de una red mucho
más compleja y perversa de lo que hubiéramos imaginado.
Una de las víctimas, Virginia Roberts
Giuffre, habla de "chantajes sistemáticos" sentimientos de culpa y
complicidad que hacen del relato de las víctimas una historia desgarradora que
se convierte en engranajes corrompidos dentro del sistema de justicia que
siempre jugó en contra de ellas. El núcleo del documental se enfoca en desencriptar
la trampa legal del acuerdo negociado por el Fiscal Federal y futuro Secretario
del Trabajo de Trump: Alexander Acosta, que consiguió inmunidad total para
Epstein, comprando a periodistas y medios completos para falsear la información
llevando el control de medios a un punto inaudito.
Y aunque el objetivo de este documental no
es apuntar a las personas involucradas con estos delitos o soltar una bomba en
los medios más importantes, sí se hace mención de fotos, videos y testimonios
del personal a cargo de las mansiones que relatan haber visto a personalidades
de las “altas esferas” como los antes mencionados expresidentes de USA,
políticos y actores, incluso personas de la realeza.
Clinton sigue negando que haya estado allí sin embargo a través de su portavoz Angel
Ureña, se comentó en el New York Post “Esto fue una
mentira la primera vez que se dijo, y no es cierto hoy, no importa cuántas
veces se repita”.
Con su suicidio a
los 65 años, Epstein se las arreglaba para de nuevo no hacerle frente a los
cargos en su contra, que implicaban una posible pena de hasta 45 años en la
cárcel lo cual para su edad era como cadena perpetua.
Con la ayuda de
Netflix esta docuserie repasa los atroces hechos de un depredador sexual, dando
voz a decenas de víctimas que detallan su escalofriante “modus operandi”,
comenzando con una investigación que realizó la periodista Vicky Ward en el
2003 para Vanity Fair, Epstein por aquel entonces era un atractivo y misterioso
soltero de Nueva York, ya que poseía lujosas residencias en Palm Beach, Nueva
York y París, así como una isla de 30 hectáreas en el Caribe, rodeado siempre
de atractivas mujeres, la revista quería saber cómo se había hecho de su
fortuna que le permitía costearse aviones privados, yates de lujo o
helicópteros. Lo más sorprendente es que logró levantar un modelo de negocio
piramidal en el que las propias víctimas con tal de no ser atacadas una vez más
se comprometían a llevar amigas y conocidas a la vivienda, llegando hasta 60
chicas por cada una de las cómplices, ya que lo que empezaba como un masaje
acababa con el millonario abusando de las víctimas, mujeres que aún no han
superado lo que Epstein les hizo vivir.
Desgraciadamente
Epstein era un hombre que sabía leer a las personas, encontrar su punto débil,
sus miedos y anhelos, usándolos en su contra, llegando a ser un timador y
farsante profesional, teniendo un carisma nato que le ayudaba a impresionar a
empresarios como Leslie Wexner, dueño de Victoria’s Secret, poniendo sus
cuentas financieras en sus manos sin siquiera tener un título universitario.
En este sentido
resulta escalofriante cómo más de una vez este hombre esquivó a la justicia,
logrando recuperar rápidamente su antiguo estatus social y regresando a sus
actividades tanto fraudulentas como de abuso así que hubo que esperar al
movimiento #MeToo y a que Acosta
fuera Secretario de Estado para que el caso se reabriera y Epstein acabara tras
las rejas, sin embargo las víctimas no recibieron la justicia deseada, lo cual
nos deja pensando en la impunidad en la que viven muchas personas de las
grandes esferas, sin que nadie pueda hacer algo al respecto, poniéndonos en una
posición vulnerable y desamparada, ya que las persona que deberían protegernos,
como trabajadores del gobierno o policías, sin afán de generalizar, se ven
involucrados en corrupción y redes de pedofilia o trata de personas, lo cual
nos hace poner en la balanza si seguimos callados ante estos hechos o empezamos
a hacer acciones que realmente nos den una esperanza de tener un futuro mas
justo y transparente.
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