Prisoner number 60CXXS9, John Lucen.
Sentence 10 years, up for parole in six.
El camino de un villano inicia, invariablemente, con el deseo de convertirse en héroe.
Pero los deseos no siempre se vuelven realidad.
Incluso un romántico empedernido, puede convertirse en un asesino despiadado.
Sólo hace falta el número suficiente de rechazos.
Un número que supere la capacidad del héroe de sobreponerse.
Un número que lo abrume, que arranque de cuajo todas sus ilusiones.
Hasta que se insensibiliza, hasta despojarse de una vez por todas de su humanidad.
Queda un cascarón vacío, un cuerpo sin alma.
El recipiente perfecto para el villano, el desalmado que acabará con la ciudad. Su torso asciende una y otra vez, mientras el sudor recorre su piel.
Con cada abdominal que realiza, la adrenalina bombea con más fuerza.
El corazón se le acelera.
Un festín de violencia y lujuria desencadenadas late en su mente.
Solía escribir cartas de amor, poesía.
Ahora es el sujeto que se ejercita en su celda a las dos de la madrugada.
El cabello cortado al rape, al estilo romano.
En una pelea es mejor que no puedan agarrarte del cabello.
Hace tiempo que los sentimientos abandonaron su espíritu.
Los reemplaza con dolor.
La adicción a sentir dolor se ha vuelto parte de él mismo.
Si el cuerpo no le duele al final del día, si no siente que algo está a punto de romperse.
No puede ir a dormir.
La única forma de dormir es cayendo exhausto.
Que el cuerpo caiga rendido, es la única forma de no soñar.
De no pensar en ella.
De no pensar, ni sentir, ni recordar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario