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Hace algunas semanas apenas, el país entero hondeaba con orgullo nuestra bandera y vestía con nuestros colores y trajes típicos, hablando de quienes nos hacen sentir orgullosos más allá de nuestras fronteras.
También, hace una semanas, la capital del país fue masacrada en un ola mas de violencia. Y esto se suma a los miles de encabezados que aparecen en los diarios todos los días donde sólo hay dolor y sufrimiento.
Mientras tanto, en las redes sociales, circulan imágenes con frases como: “La historia de la nación, esta escrita con sangre” y me detengo a pensar:
A lo largo de la historia, las calles y las páginas de los libros se han ido llenando de masacres y tragedias, algunas perpetradas por el gobierno y su corrupción; otras más (y tristemente, creo yo), por la misma gente que pelea contra monstruos invisibles y que, basados en esa misma historia que nos corrompe, cae en los mismos errores.
Hoy, en pleno siglo XXI, aun queremos tomar trinchetes y antorchas para matar al Frankenstein, sólo que, en el camino, mucha gente que poco o nada tiene que ver con la causa, se ve afectada por una trifulca que, más allá de sus “por qué”, encuentran todos los “cómo” para seguir lastimando.
Hace un mes también, mucha gente defendió y aplaudió los vidrios rotos, los negocios saqueados, los golpes físicos a inocentes en pro de una “causa” que “no podría ser escuchada de otra forma”.
¿Es en serio que la violencia es el camino? ¿Es que queremos ser la generación que ha de sostener la pluma sangrienta para escribir un nuevo capítulo en esta historia? ¿Queremos ser recordados así?
Lo que veo yo, es un discurso de doble moral y de nuestra poca capacidad de analizar la realidad sin ser tendencionalistas. Veo una sociedad cansada de ser pisoteada, menospreciada y contenida, pero falta de visión para hacer las cosas mejor; tratar de dar un salto y en lugar de cerrar el puño, abrir la mano para apoyar y no señalar con el dedo.
Cada cabeza es un mundo; cada cabeza tiene su propia historia y sus propias razones pero, ¿como colectivo seguimos creyendo que la violencia es “la única manera” de ser escuchados?
Nuestro país está construido sobre las ruinas y el dolor de una conquista; pero nos hemos puesto de pie en más de una ocasión. Hemos visto con nuestros propios ojos que es mejor cantar que llorar con un puño en alto. Somos partícipes de que juntos, podemos más que cualquier ejército o medio de comunicación.
Juntos sí podemos ser la fuerza.
Qué más da quién esté en el poder; la gente TIENE el poder, sólo hay que aprender a utilizarlo sin que traiga arrastrando más y más gritos de una guerra que quizá, nunca podamos ganar. O quizá sí, pero usando la razón, la presión pública sin violencia… la inteligencia que corresponde a una mujer u hombre del Siglo XXI.
Porque no se trata de segregar; se trata de unir. No se trata de estar de acuerdo, se trata de respetar.
Se trata de ser un grito, pero no de guerra, sino de la paz que le debemos a nuestro país, y a una parte de nuestras almas.
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